MATAMOROS, Tamaulipas.- Haber sido deportado de los Estados Unidos no es el principal problema al que se enfrentan cientos de mexicanos en esta frontera, sino a la falta de recursos económicos para regresar a sus lugares de origen de manera inmediata, debido a que las organizaciones de apoyo ya no cuentan con presupuesto para atender a tantos.
De acuerdo con reportes confidenciales del Grupo Beta, en lo que va del año por esta frontera han sido repatriadas 14 mil personas, entre mexicanos, hondureños y salvadoreños que quedan en el total desamparo porque no hay suficientes recursos para atenderlos.
Actualmente se estima que durante noviembre fueron expulsados por esta frontera dos mil 500 personas, entre adultos, jóvenes, mujeres e, inclusive, niños.
La falta de guardias nocturnas del personal del Grupo Beta -por falta de presupuestoocasiona que decenas de personas duerman en las inmediaciones del cruce internacional generando un panorama triste para quienes cruzan hacia la Unión Americana a temprana hora del día siguiente.
Lamentablemente, para la otra gran parte de la ciudadanía, ellos, los deportados, son personas invisibles, que ante las continuas deportaciones y abusos por parte de las autoridades americanas llegan a Matamoros sin un peso en sus bolsillos y con el “sueño americano” destruido.
“Nos mandan mucha gente ya muy tarde cuando no hay nada de personal”, reconoce personal del Grupo Beta.
“A unos los llevamos a la Casa del Migrante y otros no quieren irse, prefieren esperarse en la central a que sus familiares les manden dinero, de hecho a veces tardan hasta dos o tres días en que les llegue, por lo que se tienen que quedar a dormir ahí”, expresó el personal del Grupo Beta, que omitió sus nombres.
Aún cuando existe la Casa del Migrante, que en promedio diario durante los meses de deportaciones por esta ciudad atiende entre 30 y 40 indocumentados, la gran mayoría opta por quedarse a dormir en las inmediaciones de la Central de Autobuses.
La inseguridad y no conocer la ciudad les impide alejarse a más de 100 metros de la Central Camionera, donde incluso llegan a pasar hasta dos días durmiendo sobre el frío piso, con poco alimento, pero con el deseo de volver con sus familiares.