CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Tras la llegada de la primera locomotora a Victoria en el año 1890, la sociedad victorense comenzó a sentir la necesidad de transportar a los turistas desde la estación al centro de la ciudad.
Eran los tiempos del Porfiriato y el ahijado del presidente Porfirio Díaz estaba en Tamaulipas.
Manuel González, hijo, quien convivía con las familias de poder desde la infancia, era un hombre visionario.
Su estancia en Victoria dejó huella imborrable, primero al crear el primer tranvía de tracción animal, que circulaba de oriente a poniente por las calles de terracería.
En una gráfica del año 1908 se nota a un costado de la plaza Juárez el tranvía, alrededor los árboles de la plaza apenas crecían y el busto de Juárez adornaba el centro de la explanada de concreto.
Al fondo se nota la arquitectura tradicional de Victoria, casas de adobe con amplias puertas al frente.
El tranvía era también un medio de comunicación para llegar a La Piedrera, propiedad de Manuel González.
Quien vivía entonces en la hacienda Tamatán, propietario de la primera central de electricidad y de las oficinas telefónicas de Victoria.
Más tarde aparecieron los coches, los primeros de ellos eran las fortingas que detonaron la venta de combustible en Victoria.
Y cuando la calle ocho se convirtió en la Carretera Nacional México-Nuevo Laredo, y Tamatán ya no era una hacienda, nacieron las julias.
Las julias eran los primeros camiones de pasajeros, se dice que eran tan pocos que hasta tenían nombre, “La Venecia” y “La Europa”, quienes les conocieron los describen como dos camiones de color rojo con algunos detalles en amarillo que recorrían del parián a la estación y viceversa.
Se dice que tenían un chofer y además un cobrador, con asientos laterales y dos puertas como los actuales.
La diferencia es que de la estación al mercado se iban por la calle Hidalgo y del parián a la estación por la calle Juárez.
Cobraban 5 centavos en los recorridos habituales, pero si las personas iban hasta Tamatán, el costo aumentaba a 10 centavos por persona.
Su propietario era el señor Bruno de la Garza, quien también era propietario de una tienda de llantas “Michellin”, que entonces estaba situada en el 14 y 15 Calle Real, ahora calle Hidalgo.
Este tipo de transportes desapareció a inicios de la década de los 30, aunque las julias se siguieron utilizando con otros modelos y con más colores y así existieron los camiones amarillos, los cafés para ir a la pastelería Cristo Rey, los rojos…para llegar a Tamatán y los azules, el transporte casi exclusivo de los universitarios.