Los personajes cotidianos de una ciudad crean vínculos culturales con el espacio donde transitan. Me refiero a los “locos” y “cuerdos”, así identificados por la comunidad.
Son los arquetipos populares que se convierten en parte de la arquitectura en lugares frecuentados por la población, ya sea centros de trabajo, compras o diversión. Soy un ciudadano que me ha tocado vivir y disfrutar a la ciudad en sus procesos de cambio. Desde la ciudad de 40 mil y 50 mil habitantes de los años cincuentas hasta el aluvión de cambios en su estructura, que hasta el año de 1960, mantenía el concepto de “tablero urbano”, herencia Colonial. El centro, paralelas derecha– izquierda y perpendicular, adelante y atrás. Este concepto urbano permitía el mejor control de la población, limitando el espacio con las propias barreras del trazo, la tipografía que permite ir hacia arriba y hacia abajo. Era común escuchar en Ciudad Victoria, el “Voy pa’ arriba” en dirección al poniente e ir “Pa’ abajo” en dirección al oriente. Creando así un lenguaje peculiar; “Gano pa’ arriba”, “gano pa’ abajo”. La ciudad construída sobre un lomo a salvo de las crecientes del río San Marcos.
El trazo urbano concebido como un esquema ideológico, que permitía la concentración en la plaza mayor, plaza de armas, ser el centro político y religioso. Los movimientos hacia las áreas de acopio de mercancías y productos del campo, el viejo parián, El mercado Argüelles, que pese al incendio registrado en los años cincuentas sigue siendo un centro receptor y abasto de mercancías y que aún hoy podemos distinguir su antiguo dibujo; colorido, comercios en torno, hoteluchos, putería furtiva, cantinas y puestos de comida, que retratan el pasado de inicios del Siglo XX.
La ciudad deportiva al norte, con el estadio Marte R. Gómez, en línea a la Alameda, como sitio de diversiones. La ciudad educativa, en el centro, La Escuela Normal y Preparatoria del Estado, en lo que hoy es Casa del Arte.
El esquema ideológico es un planteamiento urbano que data de la Colonia al trazo paralelo de las calles como dominación del tránsito. Aún se sigue llamando a las calles por números, a pesar de la nueva radiación de la ciudad. La ciudad marginal, en el pasado alejada de la clase dominante, “El Zumbido”, zona de tolerancia, con los planteamientos del esquema tradicional. Donde el lenocinio y el vicio, sus satélites internos que crearon las grandes fortunas locales.
La ciudad moderna ha roto el antiguo tablero al crearse las grandes avenidas y establecimientos comerciales con la negación de andaderos que la convierten en zonas elitistas, anulando al peatón, donde sólo transitan y consumen la población de mayor poder adquisitivo, con el uso del automóvil.
Los “Personajes de mi ciudad” se distinguen porque crean un sentido solidario entre espacio, público y arquitectura. Escenario donde “Los personajes vinculan las emociones como atractivo y terapia social”. Los locos, los pregoneros, crean lazos de diversión como circo en tránsito, y pregoneros en un sentido comercial. El lechero ya desapareció, el velador, el llamado “las dos y sereno”, ya desapareció. Sí permanece, el vendedor de periódicos, el pregonero de ciertas mercancías de calle, fluidos en el incontrolable ambulantaje. Pero podemos distinguir a ciertos personajes de calle, de plaza que se volvieron sumamente populares y apreciados por la comunidad. Quiero citar solamente algunos que alegraron nuestra infancia y juventud; “Tarura”, “Chucha” “Pablo Barrón”, “El Licenciado Poca Madre”, “Moñitos”, “Juan Ciego”, “El Árabe encuerado”, ” Zarca te apestan las Patas”, “Pagui Maduri”, “No trae Cartilla” y “El Zorry”, por citar algunos ejemplos pintorescos de personajes que crearon un sitio habitual para el desgane de la ciudad en el Centro Histórico y que convalida a su arquitectura.
Personajes, ciudad y arquitectura son los elementos esenciales de una ciudad que aún mantiene los rasgos de provincia a pesar de la acelerada deshumanización de sus habitantes.
Nota: participación del autor en el 1er. Encuentro de Cronistas de Tamaulipas.