CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Fundar Grupos de Crecimientos en diversos municipios de la entidad es la prioridad del Instituto de la Mujer Tamaulipeca y el salvavidas de aquellas que viven en el área rural violencia intrafamiliar.
Casada desde los diecinueve años y educada en una sociedad dominada por varones, una mujer puede aprender a soportar abusos emocionales, como las infidelidades de pareja, hasta pasar por los golpes y con el riesgo de llegar a la muerte.
Así vivieron siete mujeres que ahora reciben atención psicológica en uno de los Grupos de Crecimiento de Tamaulipas.
Son mujeres que crecieron en el medio rural, con pocas o ninguna oportunidad académica, cuyas historias se pueden resumir en una…
“Me casé pasando la mayoría de edad, pero desde el primer mes de casados mi esposo me fue infiel, pedía perdón, pero lo seguía haciendo y me golpeaba y me corría porque quería vivir con la otra mujer. Yo en aquel tiempo me aguantaba y le decía que no me iba a ir porque él quería, sino cuando yo quisiera”.
Como testigos de esos arrebatos emocionales estaban las vecinas, quienes con discreción se acercaban al otro día para preguntar: ¿cómo amaneció?…
“Hasta eso sabía dónde golpearme, porque nunca dejó marcas en mi cara y me pegaba en ella. Por lo regular todo ocurría en la noche, pero ya cuando mis hijos crecieron, ellos mismos pedían que se detuviera”.
La única solución que esta mujer veía en su futuro era trabajar para obtener el sustento que sabía que requerían sus hijos.
Pero tomar la decisión de ser independiente fue contraproducente dentro de la familia política, pues le acusaron de salir de casa por insumisa e ir en busca de nuevas relaciones.
“Aquí los hombres tienen una educación de machos y eso les hace pensar que la mujer se casa para estar en la casa, si uno trabaja, creen que no nos conformamos con lo que nos dan los hombres o que busca andar de más”.
Hoy dentro del Grupo de Crecimiento, que dirigen los psicólogos del Instituto de la Mujer Tamaulipeca en diversos municipios de la entidad, incluido Tula, las mujeres aprenden a tomar decisiones y afrontar retos emocionales.
“Vivir violencia en un pueblo quizá es peor, porque te aguantas por temor a ser señalada por las vecinas, aunque seguramente escuchan, porque me preguntaban al otro día si estaba bien. Yo no tenía amigas, él lo prohibía para que no le contara a nadie”.
Hoy la mentalidad de siete mujeres cambia cada viernes dentro del grupo de crecimiento. Ya no son las siete mujeres avergonzadas de contar su historia, ahora enfrentan los miedos y reconocen… “Creemos que era más vergonzoso vivir aguantando la violencia”.
La liberación psicológica que proporciona el Grupo de Crecimiento, les otorga también asesoría legal y ahora son mujeres que sonríen y que reconocen el apoyo emocional que también requieren sus hijos.
“Somos mujeres y eso no nos impide ser felices ni salir adelante, sólo basta intentar ser feliz”.