Sí, con los que chocan y quedan con la panza para arriba lamiendo el pavimento de puro mole. Es increíble cómo se juega la vida el que volantea con el celular crujiendo en los dientes y en las orejas pegadas. Ayer, por el 17, una señora al volante por ir cuidando a sus chilpayates se fue de nalgas sobre otro coche dejando lampreado su auto y el de enfrente. El costo: una buena lana virgen. Pero no solamente, el escuincle ya mero salía volando hasta la tierra de nunca jamás. La responsabilidad de madres y padres es inaudita, o sea que no se puede auditar, ni contar, porque son una calamidad de padres que gustan de entrarle a la ruleta de la muerte o la pistola rusa con sus hijos, sus nietos y sobrestantes que van pelando ojos en los parabrisas, o agarrados al volante de sus progenitores.
El Reglamento de Tránsito debería ser más extricto. Más duro contra estos hombres y mujeres al volante que ponen en peligro la vida de su consanguinidad y la de los demás.
El Reglamento debe ser duro y hasta el fondo para que los volanteos de gente irresponsable no ponga en peligro las vidas propias y las ajenas.
La ley debería ser tan fuerte como la que se aplica en los yunaiteres, o sea, el mundo bolillo, o sea en USA. En el que manejar con niños untados al volante, en la parte delantera, es estar sujetos a las leyes homicidas, o más bien sujetos al crimen.
Ya perenne padres de familia, ya párenle mamases. Dejen a sus herederos en casa, no carguen con culpas ajenas. Sean responsables porque si no les aplicaremos una llave “stilson” en la cabeza por testarudos.
Sean menos animales y más animados por la vida. Porque no es posible ser irresponsables por naturaleza.
Rola:
“Ya no se la jalen ni troten de cabeza.
No manejen distraídos como zombies.
Ni güercos y celulares en las verijas.
Porque embarran mole y atole de cabeza.”