BRASILIA, Brasil.- Era una cuestión que quedaba por resolver luego de que Dilma Rousseff fuera apartada del poder y asumiera la presidencia interina de Brasil su rival y vicepresidente Michel Temer: ¿qué hacer con los retratos de la mandataria colgados en las paredes del palacio gubernamental de Planalto?
En un primer momento, la respuesta pareció ser quitarlos. Según pudieron constatar periodistas, empleados de mantenimiento se esforzaban por sacar de varias oficinas la foto tomada en 2011 cuando Rousseff asumió su primer mandato. En imágenes que circularon el viernes, se podía ver retratos apilados en un escritorio y en un carrito.
Pero hacía el mediodía, mientras la polémica iba creciendo el jefe del nuevo gabinete, Eliseu Padilha, afirmó en conferencia de prensa que el propio Temer había intervenido en el asunto: “Los retratos de la presidenta no van a ser reemplazados en ningún edificio de la administración”, aseguró en la misma sala de Planalto donde justo un día antes Rousseff daba su mensaje de despedida y denunciaba un “golpe” en su contra.
“Es preciso tener respeto. Está suspendida, pero sigue siendo presidenta”, había afirmado Temer en la primera entrevista que concedió como presidente interino, a la revista Época.
El asunto es sensible porque Rousseff acusó en numerosas ocasiones a Temer de ser el “jefe conspirador” que urdió su proceso de impeachment para hacerse con el poder.
Rousseff, que estará suspendida hasta 180 días, prometió combatir su destitución. Pero si dos tercios de los 81 senadores la declaran culpable, Temer continuará en la presidencia hasta el final del mandato, en diciembre de 2018.
Con información de tn.com.ar