1.- Los “Magos de las encuestas” son aquellos que “interpretan” las encuestas a su modo, para presentar resultados que obviamente son falsos. Son del tipo de personas que piensan que distorsionando los resultados de una encuesta, podrán empujar a algunos a votar en el sentido que ellos desean.
2.- Es precisamente lo que están haciendo los candidatos, cuando señalan estar al frente o muy cerca del puntero. Nada más que tenemos que admitir que solo uno está diciendo la verdad; los otros tienen que estar mintiendo, a sabiendas de que lo están haciendo.
3.- No se necesita ser un experto para saber que el 14 por ciento de los posibles electores que todavía se declaran como tales, en caso de ir a votar lo van hacer de manera dividida, es decir, que su voto se distribuirá más o menos según las intensiones de voto declaradas por los que ya se decidieron por algún candidato: No hay ninguna elección en la que el total de indecisos se vaya por una sola de las opciones.
4.- Eso es lo que la ciencia electoral que no es exacta, nos dice, pero hay muchos “analistas” a quienes su corazoncito o sus intereses lo traicionan. Confunden sus aspiraciones y deseos políticos con la realidad. Algunos, sin embargo, son capaces de vislumbrar lo que va a suceder y lo admiten a medias, pero son incapaces de encontrar o asumir las responsabilidades correspondientes. Es cuando comienza entonces el discurso del fraude y la atribución de culpas a los demás, incluso a ese objeto de adoración de algunos que se llama “el pueblo”.
5.- De repente, el pueblo es inculto, impreparado, no sabe lo que quiere, es corrupto o corruptible y, como dijo Andrés Manuel López Obrador, es hasta masoquista, pues evidentemente le gusta sufrir si prefiere votar por otros.
6.- Muy pronto entrarán en acción J.J. Rendón, César Martínez, Santiago Pando, Juan Carlos Limón, Hugo Scherer y hasta posiblemente Carlos Alazraki, para quitarles millones de pesos a los candidatos a cambio de su asesoría y sus encuestas.
7.- Por su parte López Obrador no ha aprendido nada hasta la fecha. No parece, en todo caso, que aprendiera alguna lección. Sigue siendo un hombre que confunde su papel como estadista con el de un profeta o un Mesías que anuncia la salvación. En su convicción de una república amorosa, la cual asumió como genuina y honesta, López Obrador se presenta no como el posible jefe de Estado de la República laica, sino como un líder cuasi-religioso, panteísta y favorecedor del amor y el diálogo entre cristianos y católicos, entre cristianos y no cristianos, y entre creyentes y no creyentes.
8.- En realidad, el puesto para el que él está compitiendo no es el de sumo pontífice, el título de hacedor de puentes, que los papas heredaron de los emperadores romanos. Si López Obrador ganara la Presidencia, su papel no debería ser el de sumo sacerdote, sino el de Presidente de una República laica, con la obligación de garantizar no el amor entre todos, sino la tolerancia, el respeto, la equidad en el trato y la discriminación, la libertad de conciencia y sobre todo los derechos de todos, a través de la autonomía del Estado frente a cualquier convicción religiosa o filosófica específica.
9.- Pero López Obrador y sus seguidores no van a admitir sus errores. Persona lúcidas e informadas anuncian ya el fraude, bajo el formidable argumento de que en México siempre se ha comprado el voto y de que el sistema no es perfecto.
10.- ¡Y lo dicen políticos que han estado mamando del presupuesto electoral y que se han eternizado en cargos de elección popular, validados por este imperfecto sistema!. Creo que sería mejor que admitieran que su candidato fue malo y que ha sido la peor tragedia que le ha sucedido a la izquierda mexicana. El “Peje” a derivado en un merolico populista, que vive de los millones de dólares que a su “Morena” le regala la “Mafia del Poder”.