CIDUAD DE MÉXICO.- El Barcelona se estrenó en la Liga aplastando a un Betis sobrepasado por las circunstancias, que le quiso plantar cara y acabó derrumbado al ritmo de Leo Messi, principio y final de un campeón soberbio.
A la Pulga se diría que nada ni nadie le hace perder el tiempo ni la atención. Leo necesita al futbol en la misma medida que el futbol necesita de él y en este primer partido de Liga quedó claro que su ambición está a la altura de su magnificiencia.
Inició la jugada del 1-0 con un larga diagonal que habilitó a Jordi Alba para que le regalase el gol al renacido Arda Turan y cuando, tras el empate de Rubén Castro, se embarulló el juego y aparecieron ligeros síntomas de preocupación en el graderío, decidió solventar la situación con un gol marca de la casa, un obús excepcional que dio paso a la exhibición.
Exhibición del campeón a las órdenes de su director de orquesta, de su líder natural que impuso el ritmo necesario en todas las circunstancias de un partido que se decidió antes del descanso, en el momento que Luis Suárez acudió a la cita con el gol rematando un preciso centro raso de Sergi Roberto.
SIN PERDÓN
Entre la victoria, simple y sin aspavientos, y la goleada, que pudo ser de escándalo, creció tras el descanso la figura monumental de Messi, que con dos minutos de diferencia le regaló el 4-1 a su amigo uruguayo y anotó el 5-1 con esa sutileza que entremezcla con su voracidad.