El pasado 12 de agosto se celebró el día internacional de la juventud. Este año la ONU consideró importante relacionar esta fecha con el tema de la erradicación de la pobreza y lograr el consumo y la producción sostenibles, lo anterior como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se considera que los jóvenes pueden representar un papel principal para garantizar ese consumo sostenible, así como para la erradicación de la pobreza.
En una primera revisión, es acertado que la ONU reconozca el papel que los jóvenes están desempeñando de forma muy activa para participar con los objetivos de la Agenda. Sin embargo, se debe partir de las condiciones de cada país y de su población joven. Por ejemplo, en México las personas jóvenes, consideradas entre 15 y 29 años, representan el 25.7% de la población total, de acuerdo a la encuesta intercensal 2015 de INEGI. Desafortunadamente, los datos del censo de 2010 mostraron que el 32.7% de esta población vive en situación de pobreza moderada y el 18.3% en pobreza extrema, es decir que la mitad de la población joven se encuentra en una situación de vulnerabilidad, lo que limita su participación activa en el desarrollo del país y una posible Agenda 2030.
No podemos considerar a la juventud como un motor de cambio social si no se ofrecen las condiciones idóneas para que cada persona joven pueda desarrollarse de forma plena en su vida privada y pública. Es por esto que en una primera instancia, en México, debemos enfocarnos a asegurar el acceso y goce pleno de derechos fundamentales como: el derecho a la supervivencia, el derecho a la protección, el derecho al desarrollo y el derecho a la participación.
El derecho a la supervivencia consiste en garantizar a las y los jóvenes las condiciones mínimas necesarias para un buen desarrollo físico y mental. Esto incluye la seguridad alimentaria, la salud y la vivienda. El derecho a la protección incluye aspectos como la no discriminación, la seguridad legal, el acceso a la justicia y el tema de migración. Por su parte, el derecho al desarrollo está relacionado con la garantía de contar con los medios indispensables para el desarrollo y crecimiento personal, tales como la educación, los deportes, la cultura y la recreación y el trabajo. Finalmente, el derecho a la participación se refiere a la garantía del mantenimiento de espacios en los cuales las y los jóvenes puedan expresar libremente sus ideas y opiniones, así como participar activamente en las decisiones que los involucran.
Los retos para asegurar los derechos mencionados y su sustantividad son muchos y las condiciones de desarrollo de la juventud mexicana son muchas. En un principio se debe elaborar un marco normativo en el que se asegure de forma jurídica el acceso a derechos fundamentales, pues a la fecha no existe, y a partir de este marco elaborar las políticas públicas y acuerdos necesarios para seguir el trabajo de consolidación de ese marco a partir de objetivos, propósitos, componentes y acciones congruentes y medibles.