Mañana, por primera vez en 87 años de príismo, el IV informe presidencial del presidente Enrique Peña Nieto prescindirá de los corifeos y los chicos y las chicas del coro que se estilaban en la tragedias griegas y romanas.
Seguramente el encuentro a puerta cerrada, sin la presencia ni de los medios de comunicación, de EPN con 300 jóvenes, igual que la ausencia de mensaje político, serán las pocas novedades de la rendición anual de cuentas del Señor de Los Pinos. Del resto ya sabemos, se darán a conocer números y cifras que demostrarán en el papel que se han superado las obras y acciones de los regímenes que le antecedieron al actual en el gobierno.
Pero ¿ cuáles fueron los motivos del cambio del formato de la ceremonia? ¿el rechazo de la población al culto la personalidad y a la presidencia imperial, así como al reprobable y humillante besamanos? ¿Darle mayor apariencia republicana al evento? ¿Austeridad? Vayan ustedes a saber.
Lo que sí parece evidente e inevitable es que, como ocurre siempre, los únicos que le echarán porras al primer mandatario serán los diputados y senadores del PRI y de sus aliados, los del Verde Ecologista y el PANAL. Los representantes de las organizaciones de izquierda, como Andrés Manuel López Obrador, aprovecharán la ocasión para exhibir las fallas y los compromisos pendientes, que no son pocos, para sacarle raja política al acto.
Lo que los priístas no pueden ocultar es que, a pesar del repudio de los ciudadanos, la cultura del amiguismo y el compadrazgo sigue tan vigente en México como en los viejos tiempos del tricolor. La ratificación de Alfredo Castillo Cervantes como director de la CONADE y la designación de Pablo Escudero Morales como nuevo presidente de la directiva del Senado, son los ejemplos más recientes de que los asuntos de gobierno continúan siendo cosas de familia.
Como es del dominio público, el virtual nuevo presidente del senado es yerno de nada más y nada menos que del ex dirigente nacional del ex invencible, Manlio Fabio Beltrones Rivera, y que, a decir de los enterados, la hija de éste, la diputada Sylvana Beltrones, será en lo sucesivo le encargada de fijar la postura priísta en el palacio legislativo de San Lázaro, aunque de acuerdo con la versión oficial los aludidos no ocuparán esas posiciones por recomendaciones de nadie, sino que se granjearon esa función por méritos propios.
Pero en tanto que la atención y las miradas de los miembros de la clase política del país están centrados en el informe presidencial, en Tamaulipas los militantes del ex partido oficial están desesperados con la lentitud con la que las cúpulas manejan la reestructuración de los mandos del partido político.
En Madero, uno de los jerarcas de los grupos políticos de mayor peso del Revolucionario Institucional, el ex alcalde Guadalupe González Galván, urgió ayer precisamente a que se agilice y acelere el proceso de renovación y que el lugar de los integrantes de la vieja estructura del instituto se asigne en lo sucesivo a activistas de las nuevas generaciones, exigencias que serán como una voz en el desierto pues, como es de todos sabido en el PRI no se mueve un dedo si las cúpulas no lo autorizan.
Así que, en tanto no se designe al sucesor de Rafael González Benavides en la presidencia del Comité Directivo Estatal, las demandas de cambio de los municipios tendrán que esperar.
El gobernador electo, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, por otra parte, ha reiterado que durante su gobierno mejorarán las condiciones de seguridad del Estado. Y más vale que cumpla porque Egidio Torre Cantú ofreció lo mismo hace seis años y la realidad es que, al final de la gestión que encabeza el victorense, Tamaulipas ocupa el deshonroso primer lugar en desapariciones forzadas, a pesar de la estrategia de seguridad puesto en marcha en el actual sexenio.
Así que si el reynosense no da resultados, al PAN le sucederá en el proceso electoral del 2022 lo mismo que al partido que gobierna el país el pasado 5 de junio.
Los votantes tamaulipecos, como los de otros Estados y municipios de la República, ya demostraron que castigarán en las urnas a los gobernantes que no cumplan las ofertas de campaña y que únicamente le otorgarán el respaldo a aquellos que demuestren con hechos que están haciendo bien las cosas.
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