Soy un convencido de que el rey del razonamiento es el sentido común.
De su aplicación depende por lo general el éxito, el fracaso o en los terrenos de la medianía, los logros parciales. Ninguna actividad del ser humano, si pretende llegar a un buen destino, escapa a esa hermana inseparable de la lógica, su principal competidora.
Y la política o la administración pública, no son en la opinión de su servidor, excepciones a esa realidad.
Viene al caso este intento de reflexión por la cercanía del tiempo en que se darán a conocer los nombramientos de quienes integrarán el primer cuadro del gabinete estatal que acompañará al virtual gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca. Parodiando al fallecido Juan Gabriel, puede ser mañana, pasado mañana, el lunes o el martes. Será cualquier día. Quizás hoy.
En ese contexto, las especulaciones desatadas sobre la identidad de los nuevos satélites cercanos al mandatario son tan numerosas como variadas, pero una corriente de opinión me llama la atención:
La que afirma o en forma diplomática sugiere, que no se incluya en ese equipo de colaboradores a funcionarios salientes que posean –casi todos tienen esa etiqueta– vinculaciones con el Partido Revolucionario Institucional. Sería, aseguran esas versiones, un error colosal para el nuevo gobernante, de extracción panista.
¿En verdad sería así?
En lo particular, no comparto esa percepción. Y es aquí donde precisamente aparece la necesidad de aplicar el sentido común.
Con una evaluación apropiada desde luego para una necesaria depuración, sin duda hay servidores públicos en Tamaulipas que están en la antesala de ser retirados no por ser ineficientes, sino por cumplirse el atavismo de otro ciclo sexenal.
Son trabajadores cuya experiencia y aptitudes poseen un valor específico, en los cuales el Estado invirtió en su preparación sin importar los colores del partido a que defendió o por el cual votó. ¿Por qué dejarlos ir?
Son profesionales en su inmensa mayoría que conocen la problemática tamaulipeca, a sus protagonistas y los mecanismos para lograr mejores resultados. Lo han demostrado y muchos de ellos con amplitud. Están en el sector salud, en educación, en el terreno mediático y en la procuración de justicia, por citar sólo algunas áreas.
Por lo anterior, este aspirante a columnista expone un doble deseo.
Primero, espero que la lógica en esta ocasión, como acostumbra decir Pepito el de los cuentos, falle. Ojalá que por ese acostumbrado proceso lógico no se caiga en la percepción de que sólo un color es el apropiado y en lugar de esa actitud se gire la vista hacia los tonos amarillos, naranjas, verdes, turquesa ¿y por qué no?, tricolores.
Segundo, ojalá también que sea el sentido común el que domine en todos los aspectos y en su honor se aproveche a esas docenas, quizás cientos, de servidores públicos que han trabajado bien por el Estado y pueden seguir haciéndolo.
Sin matices, sin siglas. Sólo como tamaulipecos…
Espera innecesaria
Un gobernador reciente cuyo nombre no tiene caso citar, anunció en su mensaje de protesta como tal, que todos los funcionarios de su gabinete serán evaluados en el primer año y al término de ese lapso se quedarán quienes sean eficientes y se irán quienes no hayan cumplido con sus obligaciones.
Se oye bien, pero me parece que ese año de gracia puede convertirse en una condena si el servidor público involucrado muestra su incapacidad desde los primeros meses. Ha sucedido y no hay que ir muy lejos para encontrar casos. Los tenemos a la vuelta de la esquina. Las esquinas del 15 y 16.
¿Por qué no evaluar desde el primer día y si no hay aptitudes retirar en el momento que se necesario a cualquiera que falle?
Estoy haciendo referencia a lo expuesto por ese gobernante. Cada quien, tomará las decisiones que juzgue convenientes.
Como acostumbrada firmar el maestro Alfonso Pesil:
¡Salud!…
Twitter: @LABERINTOS_HOY