1.- Algunos murmuradores y “chismólogos” de café han venido comentando que las próximas campañas políticas serán difíciles, y que no prenderán mucho el entusiasmo de los electores. La afirmación anterior es una verdad evidente, porque vivimos una crisis tan infame que le corta la respiración hasta el más valiente, y que, obviamente, repercutirá en las próximas elecciones afectando a todos los partidos.
2.- Con la bronca económica que cada ciudadano se avienta todos los días para ganarse la chuleta, resulta muy peregrino pensar que algún candidato pudiera despertar demasiado entusiasmo entre los electores. Los mismos candidatos que son realistas y que no pretenden ninguna aclamación jubilosa del pueblo, sólo aspiran a convocar convicciones, pactar compromisos y conseguir los votos suficientes para ganar los comicios.
3.- Los tiempos del voto cariñoso han quedado atrás, y ningún romance político entre el pueblo y algún caudillo se avizora en el futuro. Es obvio que los pulidores de aureolas piensan lo contrario, y como ardillas dementes se afanan a sacarle brillo al carisma de sus candidatos; pero la verdad es más cruda y poderosa, y sólo vencerán los políticos realistas que se apliquen en serio al trabajo electoral, y se nieguen a subirse al pedestal de la adulación facturada.
4.- El “voto cariñoso” del pueblo es propio de las épocas de bonanza, esplendor y mucho billete. Cuando la vida es tan alegre como una feria y cada mañana es jubilosa porque los bolsillos revientan de felicidad. En esas épocas es cuando se vota con amor, entusiasmo y esperanza, porque la sopa está segura, y tenemos a los acreedores y a los bancos tan amarrados como perrillos falderos en el jardín de nuestra casa.
5.- Eso ocurre en esas épocas divinas, pero hoy que la crisis nos ha devaluado hasta el alma, votar no sólo es un deber ciudadano, sino una obligación cívica y un derecho un tanto inútil. Es inútil porque se puede cambiar muy poco a nivel estatal o municipal los efectos negativos que vienen del centro, ya que el desgarriate económico se organiza desde la Ciudad de México, donde la tecnocracia maneja una economía de casino, y las finanzas nacionales funcionan como ruleta rusa o jaripeo pueblerino.
6.- En la política tamaulipeca la forma es fondo, y vale tanto la forma como se triunfe, como el triunfo mismo. Al político que sólo depende de su buena suerte, le puede fallar la suerte. El político que no se entrega de lleno a la pelea, por ahorrar esfuerzo, tiempo y dinero; perderá más temprano que tarde el prestigio y la dignidad que necesita, para controlar a sus partidarios y aumentar el caudal de sus posibles electores.
7.- Un político que no se arriesga, que no lucha y que no se juega el todo por el todo en una batalla, jamás podrá ser un auténtico vencedor y menos un líder. Podrán las veleidades de la fortuna, los errores de los contrarios o los imprevistos que a veces ocurren, situarlo en el cargo de sus ambiciones; peno habrá demostrado ante nadie que mereció ganar y que fue el mejor contendiente en la batalla.
8.- La política actual se ha vuelto fría, mecánica, rutinaria y sin sentimientos. Todo es un montón de leyes, reglas, procedimientos, computadoras, encuestas, consejos, comités e innumerables mecanismos para mantener alejadas a las mayorías de las grandes decisiones.
9.- En los buenos y viejos tiempos de la política tamaulipeca, por una alcaldía o diputación local se pelea hasta entregar la vida, y hoy ni siquiera se expone la cartera. Eran tiempos felices en que ciudad Victoria rebosaba de individuos que venían a protestar por la imposición de algún candidato, o a apoyar a alguno que estuviera borrado de las listas. Todo era juego, rejuego y toma y daca sin dar ni pedir cuartel.
10.- Los hoteles y los restaurantes estaban siempre llenos y las carteras reventaban de dólares. Había reuniones, carnes asadas, balazos y secuestros de delegados. En esos días la vida era tan alegre como una feria, el cuerpo sentía lo que recibía, y los corazones palpitaban por la aventura del triunfo o la derrota. ¡Todo era pura vidorria, y no como ahora que está tan abizcochada la jugada!.