CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Una sexagenaria y su hijo de 38 años de edad murieron quemados en el interior de su vivienda, la cual se incendió hasta sus cimientos, producto de un accidente con una veladora.
Estos trágicos hechos fueron reportados en punto de las 6:00 de la mañana del día de ayer en el 20 Ceros y Nicolás Bravo, de la Colonia Pepenadores.
Elementos del Heroico Cuerpo de Bomberos de distintas delegaciones, se trasladaron al sitio para combatir con chorros de agua, las llamas que envolvían la casa marcada con el numero 242.
Con ayuda de los vecinos, los tragahumos, lograron sofocar el fuego hasta 2 horas después, ya que la propiedad estaba llena de prendas de ropa y algunos aparatos viejos, los cuales ayudaron a que el siniestro se extendiera en cuestión de segundos.
Al tiempo de remover los escombros, los cuerpos de rescate encontraron los cuerpos sin vida de María Isabel Zúñiga Zúñiga de 64 años y el de su hijo José Luis Maldonado Zúñiga, quien contaba con 38 años.
Tras confirmarse los decesos, se le dio aviso al persona de la Unidad General de Investigación y a los elementos Forenses de la Procuraduría General de Justicia.
Vecinos de los ahora occisos comentaron que desde hace muchos años acumulaban un sinfín de objetos y prendas, las cuales traían desde el relleno sanitario para luego venderlas.
Uno de ellos aseguró regularmente tenían veladoras encendidas, dentro de la casa, por lo que presumen que esto fue lo que originó los lamentables hechos, aunque no se descarta la posibilidad de un corto circuito.
Elementos de Protección Civil indicaron todo lo acumulado se convirtió en una trampa mortal para madre e hijo, pues al originarse el fuego, éste se propagó rápidamente a tal grado que los dejó atrapados en el interior sin la posibilidad de poder escapar.
Una vez realizadas las labores de campo, los cadáveres fueron trasladados al servicio médico forense, para que se les practicara la necropsia de ley.
‘Seguro que los
extrañaremos’
Por Itzchel Moreno Maldonado
Un gato hambriento ignora la tragedia y se alimenta hasta el hartazgo con un gran trozo de carne que ha quedado en la entrada de la vivienda de doña María Isabel Zuñiga Zuñiga, en el 20 ceros Bravo, la mujer que falleció a primeras horas de ayer domingo junto a su hijo José Luis Maldonado Zuñiga de 38 años de edad.
Ambos eran pepenadores y esa carne era producto de los deshechos que ellos, como otros trabajadores del relleno llegan a recibir de la merma que cada día retiran las grandes tiendas de autoservicio.
El incendio parecía no tener fin.
Los escasos detalles los narran los vecinos que despertaron por casualidad. Los familiares esperan los resultados del forense y los vecinos confían en saber a la brevedad a que funeraria llegarán.
Todos dicen que José Luis por ser el más joven puedo actuar con rapidez, sin embrago, el humo intoxica primero y las víctimas de un incendio pierden la conciencia sin percatarse del final.
Lo cierto es que vivían en medio de una desenfrenada acumulación de ropa, zapatos, plásticos y la madera.
El Cuerpo de Bomberos mantuvo la hipótesis de un corto circuito, y debido a que la primera habitación era de madera, sin salida a la calle por el costado, las posibilidades de quedar atrapado aumentan.
“Yo llegó a las dos de la mañana”, dice un vecino, don Cecilio Urbina, quien despertó por el ruido de palos que caían y crujidos tal vez de la propia madera que perdía resistencia.
Pensó que era un albañil que había trabajado durante la semana pasada, pero su esposa confirmó que era domingo.
Al levatarse y vió que las llamas eran muy altas pensó en el hijo que duerme en la parte superior de su casa.
“Yo no escuché nada que pidieran auxilio, sólo tablas que caían. Mi huerco está arriba, le pegue de patadas a la puerta, pensé que esta calcinado arriba, no despertaba. Pero estaba bien”.
Los hijos vivían en otra colonia. Cómo vecinos no se veían por los horarios invertidos de trabajo. Ellas, las vecinas que conocieron a doña María se refieren a ella cómo una mujer trabajadora. Pasaba el día en el relleno pero siempre a la primera luz del día.
“Seguro que los extrañaremos, eran mis vecinos”, dice una mujer que espera conocer el lugar donde se despedirán.
“Fue lamentable, pero ya ni llorar es bueno. Ella era mi vecina, todo el día trabajaba. Hoy me levante tarde no me di cuenta, para que le voy a decir mentiras. Quién sabe si los hijos vuelvan”.
Hace un año otro vecino, una cuadra más abajo sufrió un incendio similar.
Ahí queda sólo la ausencia de dos vecinos, el resto aunque pidió ayuda y los bomberos llegaron a tiempo no pudieron hacer más.