“No puedes guiar el viento,
pero puedes
cambiar la dirección de tus velas…”
Proverbio chino
Es imposible no aprobar acciones que lleven como objetivo básico el hacer más eficiente a un gobierno o quitarle lastres que no le permitan un mayor desarrollo. Más aún, son medidas que dentro de los límites de la razón, podrían merecer un aplauso.
Pero… ¿dónde están esos límites?
La pregunta viene al caso por la línea marcada por el actual gobierno estatal en la revisión a fondo de la estructura gubernamental, para fortalecer –conforme a las palabras del propio Gobernador Francisco Javier García– lo bueno que posiblemente exista en esas dependencias, pero también para enmendar fallas y en un caso radical, desechar lo inservible.
En el papel luce inmejorable esa óptica de sentido común sobre el quehacer público y como ciudadano me uno sin rubor a la misma, pero en los hechos da la impresión de que los responsables de esa radiografía parecen haberle endosado a la nómina burocrática la etiqueta de la perversa Caja de Pandora, ese mítico arcón en donde se guardan todos los males del mundo.
Es una simple percepción personal, pero es evidente la coincidencia de varios secretarios en centralizar la limpieza de sus respectivas áreas en una cacería de supuestos empleados ficticios –conocidos en el argot laboral como “aviadores” – como si ese renglón fuera el único origen de todos los problemas.
El ejemplo más reciente de lo anterior lo protagonizó ayer mismo la Secretaria del Trabajo, Esthela Chavira Martínez, quien a diez días de haber tomado las riendas de esa dependencia ya detectó, como lo anunció, que más del 20 por ciento del personal registrado en las Juntas de Conciliación, cobra pero no trabaja. Otra vez la nómina como la villana de la película.
Bien por las medidas depuradoras en ese sentido, pero si se polarizan estas acciones en ese rubro, se podrían descuidar otros igualmente o más gravosos para el erario, como el histórico dispendio en los viáticos y gastos personales de los Secretarios, la adquisición de vehículos de lujo en lugar de automóviles utilitarios, los abusos en vuelos, los privilegios a determinados proveedores y otras prácticas que por décadas el partido político “que de que se fue se fue”, ha llevado a cabo como una especie de tradición en ese orden de gobierno. Y de eso,
no he escuchado o leído algo de los miembros del gabinete.
Me congratulo como tamaulipeco de los esfuerzos que realice el Gobierno del Estado para evitar que se expolien los recursos estatales y uno de ellos con certeza es el de los multicitados “aviadores”, pero me preocupa en ese contexto la posibilidad de que adquiera carta de residencia una vieja y aleccionadora advertencia de la sabiduría popular:
“Por mirar el árbol del frente, no se alcanza a ver el bosque detrás de él”…
¿Y quién es él o ella?
Por cierto, los nuevos Secretarios y Subsecretarios estatales –los plurales siempre son masculinos de acuerdo a la Academia Mexicana de la Lengua– disfrutan en estos días de un grato momento: el cuasi anonimato.
Como aún son pocos los tamaulipecos que los conocen aunque sea en fotografía, pueden darse el pequeño lujo, sin que los acosen los eternos solicitantes de empleo o favores, de degustar un almuerzo, comida o un simple café en cualquier restaurante sin importar su tamaño o nivel económico.
Así que puede usted estar desayunando o disfrutando de su postre vespertino con un Secretario o Secretaria como vecinos de mesa, sin enterarse. Eso es hasta ahora para esos funcionarios, parodiando a Luis Buñuel, el dulce encanto del anonimato…
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