El sincretismo religioso que difumina lo real o lo irreal de las creencias, se fusionan con el arte popular en uno de los espectáculos más extraordinarios de nuestra cultura que se ramifica en una y mil maravillas del arte en sus manifestaciones más señeras.
Así nos encontramos con una arquitectura de lo envolvente del dibujo y la piedra con sus símbolos y significados que ensamblan y expresan lo español y el sentimiento de nuestro pasado indígena correspondiente en la pintura. Y en la poesía.
En viaje a Guadalajara, es una obligación recrear nuestra vista ante el arrebato emocional de uno de nuestros santuarios artísticos. Se trata de la obra cumbre de José Clemente Orozco, El Hombre en Llamas, en “la Sitian” de México, El Hospicio Cabañas, donde el gran Orozco plasmó y fustigó ese “sincretismo” crítico ácido del desafío de la inteligencia mexicana en los canales más enérgicos y de su estética de lo real maravilloso del arte mexicano.
En cruce de caminos de la Fe, acudí ante la virgen que mi madre admitió y creyó: la Virgen de San Juan de los Lagos. Ante su imagen santa de esa fusión de la fe y lo pagano parte de nuestro ser y amor.
Ciertamente, la maravilla de lo real maravilloso de mis creencias religiosas.