CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Eran finales de la década de 1920, México se recuperaba de los estragos del movimiento Revolucionario que se propagó por toda la geografía del país donde distintos frentes, con diferentes objetivos buscaban lo que cada quien consideraba justo.
Tamaulipas no era la excepción, Victoria era el paso de los grupos guerrilleros que buscaban recorrer los poblados importantes del Golfo, para llegar a la frontera o cruzar rumbo a Nuevo León.
Después de la tempestad llegó la calma, con ello la estabilidad, o al menos la tranquilidad tras la tensión de la guerrilla. En Victoria, se aproximaba una época de florecimiento económico.
El crecimiento de la colonia española en nuestra ciudad, reforzada con la llegada de las familias libanesas, italianas y chinas, trajo a Victoria empleo, con ello bienestar y la búsqueda de el esparcimiento necesario en una sociedad en crecimiento.
Al norponiente de Victoria, en los límites de la brevísima mancha urbana se descontinuó el uso del suelo como tierra agrícola, justo en el barrio de ‘El Pitayal’; lo que dio paso a la idea de la Cámara de Comercio Española de erigir en ese espacio una cancha deportiva rodeada de tribunas de madera, lo que se conocería como Estadio Victoria.
Con encuentros de fútbol, traído por los europeos en 1929, se promocionaban los partidos entre los Rojos y los Azules, mediante panfletos que se distribuían por los rumbos del parián donde se detallaban las alineaciones que utilizarían ambos equipos.
Años más tarde, la visión del gobierno estatal encabezado por el ingeniero Marte Rodolfo Gómez Segura se decidió convertir al Estadio Victoria en un inmueble más moderno, funcional y aunque quizá innecesario en su época, más grande y que pudiera seguir creciendo según las necesidades de la capital del estado y de la afición deportiva que para aquel entonces empezaba a cobrar popularidad.
Marte R. Gómez inicia su gestión en 1937, una de sus primeras instrucciones fue concursar la obra de la construcción del estadio capitalino, misma que queda a cargo del ingeniero Mario Pani, quien proyectó el inmueble innovador en su época que inspiraba su modelo de construcción y detalles en el Estadio Olímpico de Berlín, donde un año antes, el gobernador tamaulipeco había acudido como parte de la jefatura de misión de la delegación mexicana a los Juegos Olímpicos. El arquitecto Guillermo Gayón y los pasantes de ingenieros Félix Gómez Martínez, Gustavo Galán Duque y Enrique Martínez de Hoyos completaban el equipo de trabajo para la edificación del inmueble.
Fue el 19 de octubre de 1938 cuando el renovado Estadio Victoria abrió sus puertas, ya contaba con una tribuna principal de concreto, baños, vestidores; igualmente gradas de concreto en todo el perímetro de la cancha, eran tres líneas de gradas, suficiente en aquel entonces para que cómodamente se exhibieran encuentros de fútbol y prácticas de atletismo, pues se había dotado de una pista de arcilla roja para las pruebas de ese deporte, que a la postre se convertiría en el más popular de la ciudad.
Con el paso de los años se convirtió en el punto principal de la Unidad Deportiva que lleva el nombre del presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien apoyó la construcción de la alberca olímpica, el parque de béisbol, la entonces biblioteca pública, las canchas de tenis y de basquetbol, todo sobre una superficie de 90 mil metros cuadrados.
Con 75 años de historia, el estadio, nombrado para 1973 como “Marte R. Gómez” en honor a quien como gobernador mandó construirle, el inmueble ubicado en un extremo de la alameda capitalina ha sido escenario de hazañas deportivas, de como simples mortales se convirtieron en leyendas, de la presencia de los máximos exponentes de la música popular mexicana, de actos religiosos, militares y políticos.
Para 1958 recibió por primera vez fútbol profesional con la aparición de los Cuerudos del Club Deportivo Victoria que militaron en la Segunda División; 20 años más tarde abrió sus puertas para ser casa de Correcaminos, el equipo de fútbol de la Universidad Autónoma de Tamaulipas que jugó desde la Tercera División hasta conseguir su ascenso al máximo circuito del balompié nacional donde jugó por siete temporadas.
Ha sido modernizado en tres ocasiones: 1975, 1987 y 2012, esta última la dotó de una pantalla gigante, modernos y funcionales vestidores, baños, sala de prensa, atención médica, equipo de seguridad, audio e iluminación.
Recibe a diario a más de seis mil personas que acuden a ejercitarse según datos del INEGI y pese a los rumores que año con año indican la futura construcción de un estadio nuevo, todo indica que el Marte R. Gómez será insustituible pues es sin lugar a dudas, un ícono de la ciudad y el escenario deportivo más importante de Tamaulipas.
Paralelo a ello, no hay victorense que no haya vivido una historia en el estadio, es por eso que este inmueble más que un edificio es parte de la vida propia de quien se precie de ser cuerudo, por nacimiento o convicción. Es por eso también que casi podríamos asegurar que el estadio tiene un corazón, que vibra, que siente, que late gracias a las miles de historias que ahí se han escrito y que se seguirán escribiendo.
LES DABA MIEDO
Impresionados por la entonces imponente arquitectura del Estadio Victoria, que en su tribuna principal tenía un techo ‘volado’ que sólo se sostenía de las columnas que lo respaldaban, la desconfianza de los victorenses ante lo desconocido, era manifiesta.
Se empezaron a convocar a diversos eventos en el estadio y la gente llegaba temprano pero para sentarse en el graderío, no en la parte techada, todo por miedo a que el techo fuera a caerse pues simplemente estaba volando sobre sus cabezas y temían en cualquier momento fuera a caerse.
Fue el ingeniero Mario Pani quien para comprobar la resistencia del techo, convocó al pueblo a reunirse en el estadio para presenciar lo que sería la prueba de fuego.
Con carruchas, elevaron una camioneta hasta la altura del techo, la colocaron y ésta empezó a rodar sobre la superficie. La gente sorprendida veía lo resistente de la estructura pues si una camioneta no lo derrumbaba, ni la lluvia ni el viento podrían con ese techo que hasta el momento era un fenómeno en la ciudad.
Al paso del tiempo y ya habiendo visto la prueba de la camioneta, la gente empezó a utilizar sin problema la tribuna de sombra, la de lujo, del Estadio Victoria.