1.- El próximo 2 de noviembre, “Día de los Muertos” no se recordará a todos los difuntos con el mismo cariño, porque hubo algunos que cuando anduvieron “vivitos y coleando” en este mundo se portaron muy mal, y ese fue el caso de su “Alteza Serenísima”, el emperador Agustín de Iturbide, de quien todavía hablan mal las viejas chismosas que huyeron del antiguo pueblo de Padilla.
2.- Cronistas e historiadores tamaulipecos muy distinguidos, siguen investigando todavía la oscura tragedia que ocurrió en Padilla cuando atraparon al emperador Iturbide, ya que algunos ancianos afirman que ducha captura sólo fue el primer “secuestro express” de la historia, mientras que otros aseguran que fue un vulgar atraco para despojarlo de su caballo, una montura de plata y una petaca con monedas de oro.
3.- Al margen de estos chismes, o que está en discusión es el hecho de que el emperador Iturbide lanzó una maldición sobre el pueblo de Padilla, y ésta se cumplió.
4.- Hoy todavía ancianos memoriosos del rumbo de La Soledad, comentan que sus abuelos les contaron que don Agustín de Iturbide muy iracundo los maldijo y a grito abierto les dijo: “padillenses traidores, las ofensas a su Emperador no quedarán impunes, este pueblo desaparecerá por el agua o por el fuego”, y la maldición se cumplió, porque Padilla quedó bajo las aguas de la presa Vicente Guerrero.
5.- Como en toda partes se “cuecen habas”, también en Boston hubo un difunto que en vida se llamó Peter Owen, y que en su testamento dispuso lo siguiente:
A).- “A mi esposa, la bruja que me amargó la vida, sólo le dejo a su amante y la mala noticia de que no soy tan idiota como ella creyó. Siempre supe que me ponía los cuernos y por eso no le dejo ni para sus chocolates”.
B).- “A mi hijo, el pequeño patán, le heredo el placer de que se gane la vida por sí mismo, ya que durante veinticinco años creyó que ese placer era exclusivamente mío. Que trabaje el holgazán”.
C).- “A mi chofer, mi traidor favorito, le heredo mis automóviles. Estuvo a punto de acabar con todos ellos y quiero que tenga la satisfacción de terminar su obra. Se paseó en ellos con toda clase de pirujas y retozó sobre sus asientos como mandril en primavera”.
D).- “A mis queridos compañeros del Partido Republicano, les dejo 100 mil dólares, si logran convertir el océano Pacífico en jugo de naranja o si consiguen que a un elefante la salgan alas y vuele. Si ellos han llevado a la Casa Blanca a tantos pillos y farsantes, seguramente también podrán cumplir dichas condiciones”.
E).- “A los señores notarios que registraron este testamento les dejo mis dos puñales favoritos, para que sigan asaltando clientes como lo han hecho conmigo durante muchos años”.
F).- “A los parientes, amigos y sirvientes que no les dejé nada en mi testamento, y que seguramente me odiarán por dicha decisión, les digo que botellita de
jerez, y que todo lo que digan será al revés”.