CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Si hay un hombre en Victoria a quien las mujeres consideran el mejor aliado, ese es Romare.
Uno de los últimos zapateros de tradición en la ciudad.
Si el zapato favorito ha cambiado de color, se dio un tallón o el zipper de la bolsa se atoró: “”¡Ve con Romare!”, dicen entre ellas…
Y ahí está él desde hace más de 30 años con el profesionalismo debido para atender cada caso.
Su nombre es Gustavo Elías Romero López, Romare, son las siglas del apellido Romero, el resto de las letras, significan Abigail, Rocío y Elía.
Aunque no exhibe el nombre de su negocio, cualquier victorense sabe llegar a cualquiera de las dos sucursales que aún existen en la capital tamaulipeca, uno más de los negocios de tradición.
“Tengo 36 años en el oficio, lo heredé de mi padre Ignacio Manuel Romero Lara”.
Con más de 36 años de experiencia al frente de su propio negocio confiesa que no hay trabajo difícil siempre que se haga por convicción, y cuando algo podría significar un reto, basta encontrar la forma en que se podría solucionar, con alguna de las múltiples soluciones seguro acertará.
“No hay nada que me diga usted, que para mí podría ser difícil hacerlo, tratamos de darle solución”.
Su oficio verdadero está enfocado al calzado, pero con la evolución de la sociedad y el consumismo, ahora atienden también las emergencias estéticas de artículos de piel como chaquetas, bolsos, maletas y recientemente hasta los productos de material sintético.
Y al hacer los encargos de trabajo Romare, es testigo de algo, son más caprichosos los hombres que las mujeres.
“Le voy a ser sincero, hay hombres que superan definitivamente a las mujeres. Ellas tienen sus gustos especiales, pero cuando se les ocurre a ellos, definitivamente son difíciles, pero la verdad tratamos más con mujeres que con hombres”.
Este lugar se encuentra abierto de lunes a sábado hasta las ocho de la noche, con el previo descanso a la hora de comida.
Y Romare, es además una especie de academia para cientos de jóvenes que desean tener su propia renovadora de calzado.
“Cuando nosotros empezamos había cuatro renovadoras de calzado grandes, una de don Alfredo Lerma en el 4 y 5 Morelos, el señor Wong en el 28 Olivia Ramírez, y el señor Charles estaba en el 15 Hidalgo y Morelos, la sucursal 1 de Romare, siempre estuvo en el 22 Juárez y Zaragoza, ahora esta en el 21 y 22 Zaragoza, está de la calle 16, es la sucursal es Romare 2, pero en ambos negocios estamos los hijos de don Ignacio Romero”.
Sin embargo, ninguno de los nietos de don Ignacio ha heredado el oficio para perpetuarlo. Lo conocen, ayudan a sus padres, pero todos eligieron profesionalizarse en otros estudios universitarios.
“Mis hijos sí me ayudan, conocen el oficio, pero no se dedican al negocio. Lo que si hemos hecho es enseñar a muchos otros renovadores de calzado, muchos salieron de aquí y tienen su propio negocio. Pero los reparadores de calzado aún están a la alza, la ciudad crece y se requieren más trabajadores”.
Mientras avanza el crecimiento demográfico, Romare, confía en que seguirá desde su espacio atendiendo con la misma dedicación que lo hizo su padre.
“La verdad creo que nos hemos acreditado por mucho tiempo, hacemos lo mejor que podemos y tratamos de hacerlo como si fuera nuestro. Yo creo que un cinco por ciento no está satisfecho con el trabajo, hay de todo, pero de ahí en fuera hacemos lo posible por atenderlos a todos y dejarlos satisfechos, pero les
aclaro que esto es una reparadora no una fábrica de zapatos”.