¿Qué tienen en común Antonio Lozano Gracia, Arturo Chávez Chávez y César Nava? Si contestaron que estos personajes salieron de la función pública con más pena que gloria, andan cerca. ¿Otra pista? Los tres forman parte del despacho, a nombre del primero, que defiende al preso número uno del PAN, Guillermo Padrés.
Dejemos por el momento lo singular que resulta que gente que en su momento se suponía que estaba a favor de un México con mayor rendición de cuentas hoy litigue a favor de un político que se hizo famoso por abusos, excesos y desplantes. Ya sé, ya sé, sobre todo debemos privilegiar la presunción de inocencia de Padrés and Cia. y está la otra cosa, esa de que todos merecemos, así seamos Padrés, un abogado y una defensa.
Descontado lo anterior, sabemos que la detención de Padrés no puede ser vista sin la voluntad presidencial de que si resultaba imposible evitar la caída de Duarte (Javier, porque a César ni lo voltean a ver), junto con la causa en contra del veracruzano tomaron vida, después de permanecer en calidad de zombies durante meses y meses, las denuncias abiertas en la Procuraduría General de la República al sonorense.
Ese es el primer elemento de esta modalidad, partidista, de la justicia: si cae uno nuestro que caiga alguno de los otros (aquí Gabino Cue debería escuchar pasos en la azotea, #opino).
Pero hay otros elementos de esta justicia partidista. Padrés buscó a los suyos, a panistas de origen, desde hace año y medio (hay pagos al despacho de Lozano Gracia desde junio del año pasado, Reforma04/10/16) y con ellos intentó eso de hacerse pasar por víctima, entregarse en un show mediático para mostrarse como un perseguido del régimen.
Sin embargo, como se sabe, el sainete no le salió al creador de La Pacay abogados que lo acompañan, y ahora Padrés y su hijo están tras las rejas.
Esto va a acabar mal. Quién sabe si en medio de cada grabación de spots Ricardo Anaya tendrá tiempo de darse cuenta de que es imposible que el juicio no termine partidizado, con el peor pronóstico para Acción Nacional.
La alineación del despacho de Lozano es un suculento banquete para la próxima, previsible, campaña de lodo en contra del PAN: prominentes exfuncionarios de gobiernos panistas que defienden a Padrés.
Porque encima, Padrés no es un desconocido o alguien lejano de quienes lo defienden.
César Nava –sí, el de la adquisición de un lujoso departamento nunca suficientemente explicada a la ciudadanía–, fue ni más ni menos que el estratega electoral (no se rían) del proceso de 2009, ese en el que Padrés resultó electo. Como presidente panista in pectore Nava también fue parte de la defensa ante las impugnaciones priistas a ese triunfo.
Y Chávez Chávez fue procurador (es un decir) en los tiempos en que Padrés y la administración de Felipe Calderón hicieron todo menos investigar a fondo y hasta sus últimas consecuencias la tragedia de la Guardería ABC.
Hoy, estos dos personajes forman parte del despacho que lleva la defensa de Padrés.
Cuestionado desde distintos frentes, el nuevo procurador es por supuesto un priista. Todo cuanto ocurra en el juicio a Padrés tiene que leerse en clave del ascenso, en las encuestas, del PAN. Los negativos del PRI difícilmente podrían ser mayores, pero descontar a los azules de su euforia luego de las pasadas elecciones es un beneficio colateral de la súbitamente efectiva actuación ministerial contra Padrés. Panistas de ayer, que ya fallaron, enfilados a perder juicios ante el PRI.
Twitter: @salcamarena