“La historia me absolverá”, dijo Fidel Castro en su defensa, luego del fracasado ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba, episodio que marcó el inicio de la revolución. Con el tiempo aquel joven rebelde se convertiría en un ícono de las luchas y movimientos sociales del S. XX.
Después de una temporada preso tras el ataque, en 1955 el abogado cubano y ex líder estudiantil vino exiliado a México, donde conociera al Che Guevara, un joven médico argentino que decide sumarse a la causa; desde territorio mexicano y junto a otros se dedican a organizar en forma clandestina la revolución para derrocar la dictadura de Batista. Fidel estuvo varias veces en Tamaulipas para comprar armas en la frontera y supervisar un campamento de preparación guerrillera que tenía en el municipio de Abasolo, bajo la responsabilidad de Faustino Pérez, un militante del Movimiento 26 de Julio, muy cercano al líder cubano.
Aquel campamento estaba instalado en el rancho Santa María de los Ángeles propiedad del ingeniero Pablo Villanueva, a quien Fidel – bajo el seudónimo de “ingeniero Aguirre” – se lo rentó en octubre de 1956, supuestamente para entrenar a sus alumnos veracruzanos en tareas de exploración, el trato se hizo con intervención del doctor Luis Ortiz, suegro de Villanueva y entonces jefe de la oficina fiscal de Abasolo.
En este rancho se entrenaron intensamente 45 futuros guerrilleros, 34 de forma permanente, entre ellos Camilo Cienfuegos, luego legendario comandante de la
revolución. Fueron instructores militares de este grupo, José Smith, Pedro Miret y el propio Fidel que los adiestró en tiro y manejo de dinamita. También
vino a Ciudad Victoria, Jiménez y Abasolo, Raul Castro, entonces un joven de veinticinco años que al igual que su hermano y otros cubanos, solía hospedarse en los moteles, San Antonio a la salida a Monterrey y El Peñón en la loma, ahora ambos desaparecidos, pero muy famosos en ese tiempo.
Es posible que aquellos revolucionarios contemplaran en algún momento salir a Cuba desde este rancho por la vía del río Soto la Marina, finalmente y de manera circunstancial lo hicieron por Tuxpan, Veracruz, donde se encontraba el yate “Granma”, comprado en EU por el mexicano Antonio del Conde, el cuate, de acuerdo a las instrucciones del jefe del movimiento.
En la segunda quincena de noviembre, los guerrilleros cubanos desalojaron el campamento de Abasolo por grupos y se alojaron en varios hoteles de Ciudad Victoria, además de los ya mencionados, en el Sierra Gorda y en Los Monteros; a los pocos días se trasladaron a Poza Rica y luego a Tuxpan donde se reunieron con otros grupos rebeldes que venían de la Ciudad de México, todos dispuestos a luchar en la isla.
Encabezada por Fidel y a bordo del pequeño yate, la expedición revolucionaria cubana se hizo a la mar la madrugada del 25 de noviembre de 1956 rumbo a la victoria o la muerte. En condiciones muy adversas lograron desembarcar en la costa oriental y remontarse a la Sierra Maestra, desde donde dirigieron la lucha guerrillera, que en pocos meses se transformó en gran insurrección popular en las ciudades y provincias. El 1 de enero de 1959 Fidel entró a La Habana, del brazo de Dorticos, el Che, Camilo y otros dirigentes, al frente de una revolución triunfante… Así entraba también en la historia del siglo XX…
Sesenta años después de su estancia en varias ciudades de Tamaulipas y de haber zarpado en el Granma para hacer historia; otro 25 de noviembre, pero de 2016, Fidel Castro con 90 años de edad muere invicto en la capital de su querida Cuba… ¡No sabemos si la Historia lo absolverá, de lo que sí estamos seguros es que nunca, jamás lo olvidará!