Desde hace algunos años a la fecha, la administración pública nacional, sin importar su competencia o colores, adquirió una especie de obsesión por lavar su imagen.
El objetivo es sin duda positivo y vale la pena el esfuerzo, pero en el seguimiento del mismo, en la opinión de su servidor, las autoridades en turno, sean alcaldes, gobernadores o presidentes de la República, se han excedido y lo siguen haciendo en la aplicación de lo que han convertido en casi una regla:
De acuerdo a su visión, ahora toda persona que surja de la iniciativa privada, es más eficiente y más honesta que cualquiera que se haya dedicado a trabajar en el servicio público, actividad que ahora parece ser un lastre.
Sobran ejemplos de lo anterior en la conformación de gabinetes, gabinetitos y gabinetotes, de la era foxiana a la actual, pasando por ediles y gobernadores, en los cuales casi de golpe y porrazo muchos de los clásicos políticos fueron puestos en la banqueta –bastantes con sobrada razón– y en su lugar llegaron banqueros, líderes de cámaras empresariales, ex directores de consorcios internacionales y hasta uno que otro exponente del “bloff” que también se da en las élites de la iniciativa privada.
¿A qué viene todo esto?
Ayer, el Congreso Local dio a conocer el nombramiento del señor Juan Filiberto Torres Alanís, como titular de la Unidad de Servicios Administrativos y Financieros de ese Poder, en cuyo perfil profesional pondera, en voz del presidente de la Junta de Coordinación, Carlos Alberto García González, una vasta experiencia en la banca privada, en cuadros directivos de la COPARMEX y en puestos ejecutivos de compañías aseguradoras.
Excelente currícula y no tengo dudas sobre la eficiencia del nuevo funcionario mencionado. Tampoco dudo que como asienta, el líder camaral, buscará la correcta utilización del presupuesto, la transparencia en el manejo de recursos y la aplicación de la ley en ese terreno. El hecho de venir de la IP, según la nueva generación del poder, es aval suficiente.
Sólo un detalle queda en el aire.
Es el Congreso el escenario fundamental del manejo político y legal en un gobierno, sea estatal o federal. Es en ese cuerpo colegiado donde se alcanzan los acuerdos, donde se dirimen las diferencias, donde se definen criterios para conciliar visiones y posiciones inclusive antagónicas de facciones partidistas, es la “Sancta Sanctorum” –la Santa de todos los Santos– de los consensos en el marco del Derecho.
Cuidado con la visión cuadrada de los empresarios. Cuidado con la percepción de que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Cuidado con la regla aritmética de oro de que dos más dos son cuatro. Cuidado con el axioma de que las paralelas son dos líneas que corren juntas y jamás se unen. Todas, verdades inmutables en las aulas.
La política es la negación de la ciencia, aunque se obstinen en impartir una carrera con esa calificación. Muchísimas crisis que pudieron resolverse con facilidad o por lo menos con relativa sencillez se alargaron o definitivamente reventaron por la decisión de quienes se obstinaron en aplicar tal cual las tablas de multiplicar.
Ojalá que este Congreso logre darle la transparencia que busca a ese Poder. Ojalá que el nuevo responsable de sus finanzas sea la solución, porque en verdad la Cámara Local de diputados requiere de una oxigenación a fondo después del mercado en que la convirtió Ramiro Ramos Salinas en su intento de ser candidato a Gobernador por el PRI.
Buena suerte, don Carlos. Buena suerte, don Juan…
La frase del día
“La gente que dice que no se puede hacer no debe interrumpir a los que lo están haciendo…”
George Bernard Shaw/Escritor irlandés/Premio Nóbel de Literatura
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