1.- Han cambiado muchos asuntos en la vida política del país, pero no se advierte que en el PRI, el Presidente de la República haya perdido la capacidad de decidir quién será el próximo candidato presidencial, y la fecha del “destape” respectivo.
2.- Como el poder presidencial es un poder de compromiso, delegado, pactado y condicionado, por las fuerzas reales que apoyan al sistema, la selección del Tapado debe corresponder al objetivo histórico de preservar la vasta red de intereses nacionales y extranjeros de la élite dominante.
3.- Las empresas trasnacionales, el capital privado nacional, la clase obrera, el ejército y el clero católico, esperan del Presidente una decisión acertada que garantice e incremente sus intereses. Son los factores reales de poder en el país, y los que apoyan o desestabilizan al sistema.
4.- Por ello, el principal elemento de idoneidad que debe reunir el Tapado, es su capacidad para proteger esa amplia red de intereses de la élite dominante y este riesgo asume el gran elector cuando otorga su voto, pues con él incluye la garantía de que el elegido cumplirá las expectativas de la cúpula del poder, nacional y extranjera, en que se sustenta el sistema político.
5.- Para efectos del contenido subjetivo de la decisión, el Tapado debe encontrarse relacionado con el elector a través de los vínculos de la amistad y de la lealtad política. Estos elemento tienen relevancia, porque es lógico que el Presidente no escoja para sucederlo, ni a un extraño, ni aun desconocido y menos a un enemigo político. Es también obvio que no seleccionará a alguien comprobadamente desleal y aún cuando en la “política mexicana” estos nexos son demasiado frágiles y de vida muy corta, lamentablemente influyen y el elector abriga, siempre, la ilusión de que su elegido conservará el enternecedor y parroquial principio de la gratitud.
6.- Con relación a la disciplina, que es una condición básica de supervivencia en el sistema político mexicano, un distinguido ex Secretario de Gobernación y ex aspirante a la Presidencia, lo definió como “el arte de comer caca a puños y seguir pidiendo más”, y aunque esta descripción fecalista pudiera parecer poco sutil y heterodoxa, la verdad es que las prácticas disciplinarias del sistema son en extremo autoritarias, y el ejercicio de la política reclama de una sumisión perruna, una lealtad casi delictiva y una devoción de soldadera zapatista de tiempo completo.
7.- La incapacidad política y administrativa son dos atributos importantes que debe reunir el Tapado, pues sería imposible gobernar un país tan complejo, si no se tienen las cualidades necesarias para coordinar las duras y difíciles tareas que tan importante cargo impone.
8.- Un aspirante que haya fracasado como Secretario de Estado, o al frente de un organismo descentralizado, necesariamente y con mayor razón fracasará como Presidente de la República.
9.- La capacidad política no es grilla ni se identifica con la peroración de siniestros discursos. No es cortesía ni corrupción de la demagogia. Es la aptitud de armonizar los intereses políticos y económicos contrapuestos, y hacerlos coincidir con el objetivo común de producir, prosperar y compartir colectivamente.
10.- El poder de conciliación es importante en la personalidad del Tapado, porque una sociedad política pluralista, no puede ni debe manejarse con esquemas o soluciones autoritarias. La legitimidad y el consenso sólo se logran a través de la negociación, y el elegido debe tener sensibilidad para conciliar los intereses en pugna, midiendo el ritmo y la madurez de los conflictos y sus soluciones.