CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Cada año cerca de Navidad, Luis Arturo, al igual que muchos trabajadores de la construcción pierde su empleo.
Se dice que es parte de una estrategia de sus empleadores para evitar el pago de aguinaldos y es además una práctica que se realiza desde hace más de veinte años en el ramo de la construcción.
Luis Arturo podría sobrevivir esta mala racha sin pesares si fuera soltero; pero no lo es, es el jefe de una familia, tiene esposa y dos pequeños, un niño de ocho años de edad y una pequeña de apenas dos añitos.
En su casa ubicada en la colonia “Linda Vista” en Victoria, no hay adornos navideños, no hay pino de Navidad y con la falta de empleo, no habrá forma para comunicarse con Santa Clos, para que conozca la cartita que le mandan sus niños.
“Mi abuela en Miquihuana cortaba una rama de árbol, cualquier árbol, y la adornaba y ese era el pino. Pero como mi esposa tampoco tuvo un pino de Navidad, a ella le gustaría que alguna vez tuviéramos un pino de verdad”, platica Luis Arturo, mientras carga a su pequeña hija en brazos.
La Navidad para esta familia es un día normal como cualquier otro. No hay dinero para organizar una gran cena, pero no falta alguna invitación de familiares días antes de la fecha.
“Desde niña he visto que desemplean a los albañiles por estas fechas. A mi padre también lo despedían. Nunca tenía trabajo en este tiempo. A mí tampoco me regalaban nada. A veces nos compraban alguna muñeca, también venían los gringos y ellos nos daban juguetes y así era como disfrutábamos de juguetes”, recuerda Lupita, hija de padres divorciados.
La Navidad de Luis Arturo fue siempre alrededor del árbol de la abuela.
Es por ello que para Luis Arturo, la fecha tiene además un significado lleno de nostagia, la abuela falleció hace pocos años, pero le enseñó que ese día se quedaba en los recuerdos de los niños.
“Mi hijo sí me dice que quiere una bicicleta, nos queda cerca el parque de barrio y va a la escuela cerca de la entrada de La Moderna por la tarde, por eso él quiere regresarse en bici, por la distancia”, platica Lupita.
Aldo Jaziel, su hijo de ocho años, tiene además el segundo lugar de aprovechamiento en la escuela primaria “Rosa Linda Guerrero de Cavazos”, cursa el segundo año de primaria y participa en todos los festivales de su escuela porque le gusta bailar.
Es un niño que no tiene beca escolar, pero la felicidad que le dan sus padres es suficiente para hacer brillar sus ojos negros.
Su casa son apenas dos habitaciones de madera, afuera hay una chimenea que se ha utilizado en ocasiones hasta por un mes, porque no hay dinero suficiente para comprar gas.
Esta Navidad los pequeños Aldo Jaziel de 8 años y Marianita de 2 años de edad, son parte de Expreso de Navidad y han depositado sus deseos en esta página para que lleguen hasta los ayudantes de Santa Clos en la Tierra.
Hoy se pone en marcha Expreso de Navidad, una labor que por diez años consecutivos lleva alegría y hace realidad los sueños de los niños que no han recibido un juguete nuevo en época navideña.
Esta casa editora aprecia la bondad de sus lectores, que de esta forma se solidarizan con los que menos tienen.
Si usted desea apadrinar a estos pequeños puede comunicarse al teléfono3160033 y elegir
el nombre del niño a quien entregará esta Navidad su regalo.
Los obsequios se reciben antes del día 20 de diciembre en las oficinas de Expreso, ubicadas
en Avenida Los Almendros y bulevar López Mateos.
Cinco niñas no conocen la Navidad
Josefina Cavazos Salinas es jefa de familia, cuando era pepenadora en el basurero municipal compró un terreno que ahora comparte con su hermana y su cuñado, el sobrino y dos hijas que por falta de oportunidades laborales no pueden independizarse.
En este hogar de la calle Ébano, esquina con Emilio Martínez Manautou, de la colonia Moderna, viven cuatro familias desde hace 22 años y existen cinco pequeñas para quienes no ha existido la Navidad.
Josefina ahora no puede trabajar, es diabética, sufre los trastornos cotidianos que produce este padecimiento, se encuentra postrada a una silla por sus pies inflamados.
“Yo ahora nadamás vivo con lo que me dan mis hijos, ahora sólo tengo mi hija menor y una nieta. Yo no trabajo”, explica Josefina.
Este par de abuelas fueron adoptando a los nietos por la disfunción familiar por la que atravesaban sus hijas. Se encargan del cuidado de los niños que ahora juegan en la calle, sin zapatos y con juguetes que encuentran en los mercaditos rodantes.
En casa de está familia las navidades han trascurrido saliendo de un hospital o solventado las carencias económicas inmediatas. No hay un árbol, ni adornos ni regalos.
“Yo trabajaba pero ahora no veo bien por la diabetes, me operaron con el Seguro Popular, pero ahora me están afectado los riñones y tengo que ver a otro doctor que no cubre el Seguro Popular ”.
Cuando Josefina trabajaba llegaba desde las ocho de la mañana a separar plástico hasta las siete de la noche.
Su salario iba en torno a la cantidad de “sacas” que realizaba…
“Las sacas son esas cosas grandes que parecen costales llenos de plástico, me la pagaban a 8 pesos, cuando yo me sentía bien hacía unas 16 sacas o 20, mi paga era de 160 pesos”.
Ahora ya no hay recicladoras, y este año todo apunta a que la navidad será como otro día común.
el dato
Los juguetes que desean
Alexia, 5 años, desea una muñeca sirena
Dania Meridi, de 6 años,
una bici o patineta
Brianda, de dos años, una muñeca, ella además no tiene zapatos
Maidelin, de dos años,
un triciclo
Dulce Milagro, 12 años de edad
Inés Aitana de 7 meses
de vida