CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Hace algunos meses la Plaza de Juárez lucía esplendorosa. Sus jardines competían con los mejores de la entidad. Sus nuevos mosaicos y el mobiliario urbano la volvían encantadora para los viejos, los novios y los niños. Hasta que de pronto arribaron las fondas ambulantes.
Primero les permitieron los sábados y domingos, y posteriormente les permitieron todas las noches.
En el día el festival de tacos y por la tarde noche la feria de la fritanga: champurrado, tamales de hoja de plátano, pozole, aguas frescas, churros, elotes, trole-lotes y un feria de fritangas de papas y chiles.
Todo esto está muy bien porque la necesidad crea el trabajo.
Sólo que se presenta un problema. El apoderamiento por parte de los fritanguetos del espacio público.
Esto es los pasillos y las bancas.
El apoderamiento de la plaza totalmente combinado con “los yeseros” esos horripilantes moldes de yeso con los cuales se pretende enseñar artes plásticas a los niños.
El problema es mayor: La Plaza Juárez luce sucia, desordenada, cubierta de grasa e infame. Un lugar público no merece esto. No existe la mínima preocupación por parte de los tianguistas y friteros por asear los espacios. Ni autoridad alguna que se atreva a sancionarlos.
Urge limitar el espacio de vendimia y la No invasión de los pasillos. Exigencia de limpiar los espacios, limitar el número de fritangueros y vendedores de productos chinos.
La Plaza Juárez, debe recobrar la dignidad y la belleza de hace algunos meses en que fue reinaugurada…
No es posible confundir el derecho al comercio con el deterioro de la imagen y el derecho a disfrutar del espacio público.