La política nacional casi siempre me parece distante. Posee tantos ingredientes que ni siquiera las primeras figuras de este escenario parecen conocerlos todos, dados sus enormes errores. Imagínese entonces los recovecos que tiene esa actividad en el plano internacional.
Hoy, llama la atención al país entero un tema que combina los dos niveles. Y me resulta irresistible dar rienda suelta a mis excesos mentales.
Me refiero a la decisión de Enrique Peña Nieto concretada ayer en la designación de Luis Videgaray Caso como canciller, en reemplazo de Claudia Ruiz Massieu, la “secretaria rebelde”.
Es muy claro para todos que ese nombramiento es la primera muestra de sumisión al nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo cual se podría tomar en un alarde de buena fe como una jugada diplomática, pero lo que me parece penoso es la interpretación más cruda del hecho. No quisiera decirlo, pero es evidente que en este caso Peña dobló no sólo las manos, sino también las rodillas. Luego le explico la diferencia.
Y en esos altibajos que hacen de la política una rueda de la fortuna, a pesar del desgaste enorme sufrido en su anterior encomienda, con esto Videgaray vuelve a ser presidenciable. Ahora, todo lo indica, con el apoyo del dólar, las barras y las estrellas.
A sudar, Osorio Chong…
Posdata: Es estremecedor cuando un Secretario confiesa –como Videgaray– que llega “a aprender” en el cumplimiento de su tarea. No sé si es honestidad o cinismo –candidez desde luego que no– pero imagínese los tropezones, caídas y chipotes que sufriremos los mexicanos mientras Don Luis “aprende”…
¿Protestar sin lastimar?
Ayer empezó a circular en redes sociales una propuesta, a manera de convocatoria, para manifestarse en contra del aumento al precio de las gasolinas y diesel.
Está bien fundamentada –aunque me irrita que uno de los promotores sea un oportunista como Pedro Ferriz de Con– y sin duda es una alternativa
civilizada frente a las hordas de vándalos que aprovechan el rechazo a la carestía de esos combustibles para cometer atropellos y robos descarados, pero me parece que no cuentan con un factor cultural de los mexicanos, resumido en una pregunta usual: ¿Y yo qué puedo hacer?
La verdad es que poner de acuerdo a millones de ciudadanos para no efectuar durante un lapso específico operaciones bancarias y fiscales, compras, viajes y en general toda actividad económica, no está en chino como se acostumbra decir, sino en marciano o venusino.
Nadie o casi nadie, está dispuesto a arriesgarse a una multa, a que sus hijos pierdan clases o a ser despedido del empleo. No tenemos visión de grupo y del enorme poder de éste. Y con esto cuenta el sistema para salir adelante.
Me parece más factible la invitación que corre paralela en esos mismos medios, en la cual se exhorta a adquirir en lo posible artículos mexicanos cien por ciento, a consumir en el país y no en los “malls” de Estados Unidos, a hacer turismo en la geografía nacional en lugar de ir a pedir el favor de una visa; a apoyar a la tiendita de la esquina en lugar de acrecentar las fortunas de las grandes empresas trasnacionales; a hacer a un lado las “cheves” gringas y saborear las propias y en general, a tratar de impulsar a la economía local dirigiendo a ella nuestro gasto e inversiones.
Serían miles de millones de dólares que traducidos a pesos significarían una cifra astronómica y se quedarían aquí, con los nuestros, con usted.
Piénselo y si puede, hágalo…
La frase del día
“Si no puedes con las malas noticias, inventa otras más grandes que las distraigan…”
Joseph Goebbels/Ministro de Propaganda de Hitler
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