Pareciera una vida normal, pero justo cada segundo, corren por las venas de la república, millones de mensajes. Ahora mismo que usted lee estas líneas, puede tener en WhatsApp o en Facebook, uno o varios textos que le aconsejan, olvidarse del desmadre existente a su alrededor y dedicarse a su familia. O bien, lo contrario: información suficiente para que usted siga alimentando su ira y su encabronamiento social.
La lucha entre estas dos tendencias, se ha convertido en el centro de la información que nos está llegando vía celular o computadora.
¿La razón? El sistema, tal como lo concebimos, está asustado. Pero también hemos logrado ponerlo en guardia. La respuesta, ha sido la más lógica: las voces empresariales que antes atacaban al Presidente Peña Nieto, de pronto sintieron que, era mejor mantenerlo con salud política, al menos, hasta que llega el 2018.
La plutocracia mexicana y extranjera, llámense ricos del país y del ámbito global, reconocen ahora que se les pasó la mano, y que, tanto masacraron la imagen del Poder Ejecutivo federal, que, terminaron por despertar a la fiera, ese mismo felino que obligó a Porfirio Díaz a irse del país, después de pronunciar una frase que sería histórica: ¡Han despertado al tigre!. Sí señores, el pueblo despertó y arrasó con furia ciega, el poder de las grandes cadenas comerciales. Hubo un momento, en que, el pasmo paralizó a las elites económicas y políticas.
¿Qué va a pasar en lo sucesivo? No lo sabemos. Pero lo que si es evidente es la debilidad del liderazgo político institucional. Hablamos del gobierno civil y de su incapacidad para explicar las drásticas medidas aplicadas, en materia de incrementos.
La situación es grave, es sumamente delicada. Y le explicaré porque: cuando en una familia, se pierde el principio de autoridad, el hogar se vuelve un infierno. Todos hacen lo que les viene en gana. No hay valores, no hay buenos ejemplos a seguir. Eso es justamente lo que está sucediendo actualmente en México: el gobierno ha incurrido en fallas y en abusos, lo cual ha derivado, primero en brotes de descontento, y ahora en saqueos y anarquía.
Salvo lo que usted considere, a mi me parece que hay un origen multifactorial. Le citaré algunos temas: en primer lugar, la política como tradicionalmente la entendemos, ha sufrido un cambio profundo, yo diría que casi total. La gente ya no entiende la política, como hace unos pocos años.
Sin embargo, los partidos siguen asumiendo la misma actitud. Legalmente son los encargados de procesar el insumo político, pero se observan obsoletos,
incapaces. Sus relaciones de complicidad y de corrupción han terminado por desplazarlos de la vanguardia social. Estos partidos caza votos, y electoreros, no se encuentran a la altura de los reclamos sociales. La partidocracia sigue fiel a su propia forma de hacer política, que es la forma antigua, la forma del pasado, acostumbrada a decidir desde arriba, y para beneficio de unos cuantos.
En consecuencia, ¿qué es lo que se necesita? En primer lugar, una amplia reforma de Estado que incorpore a la Carta Magna, beneficios para la clase trabajadora y las clases medias, y no solamente para la clase acomodada. Este podría ser el primer paso, para convocar a un Congreso que redacte una nueva constitución política del país. Si los partidos se niegan a hacerlo, créame que la sociedad los va a obligar. La cosa ya no tiene vuelta de hoja:
O nos democratizamos como Dios manda, o a la vuelta de la esquina, podría estar esperándonos un régimen militar. Ya desde ahora, los hombres de verde, saben y platican entre ellos que, el poder civil está compuesto por una bola de ineptos. Y no les falta razón. Dicen la verdad.
Lo que sigue, a mediano plazo, sería justamente eso: un gobierno castrense. O bien, eliminar la brecha, entre privilegios y jodencia. Esto es lo más deseable.
De esto y de aquello…
La semana anterior, estuvo marcada por el recrudecimiento de la violencia. Dicho escenario ha tenido algunos rasgos interesantes que me parecen dignos de matizar: el Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca ha salido a dar la cara y hablar de frente. Esto permite cierta oxigenación del tema violento.
Aunque de ninguna manera constituye su solución, al menos nos enteramos que, el mandatario estatal está comprometiendo a las instituciones estatales y ya no le deja toda la carga a la federación, como anteriormente sucedía. Esto representa un avance, en la medida en que, el liderazgo cabecista está exponiendo ya su prestigio político, y ya no esconde la cabeza, como el avestruz. Por lo demás, las cosas siguen siendo demasiado complejas. Esperemos que Tamaulipas cuente con un presupuesto a la altura de sus dos principales retos ciudadanos: desempleo e inseguridad.