El encanto de la ciudad radica en su gente, es la gente la que conmueve, en su alegría y tristeza. El contagio urbano crea un círculo de alegría en la que la convivencia en los espacios públicos donde el mobiliario urbano es parte fundamental de la solidaria vida de ciudad.
El mobiliario ni sólo son las bancas y las luminarias. También lo son banquetas, registros, señalética, entre otras aportaciones municipales. Pero es la ciudad y su gente la que conmueve la vida cotidiana, los niños, los estudiantes, los trabajadores, sus comercios que concentran el dinamismo social en su progreso. Es lo humano el encanto. Sus familias que luchan en lo adverso con más premio que llevar la felicidad a la mesa de la convivencia.
Es la gente quien vive la ciudad como respiro de la gratitud y la generosidad contagio de la inteligencia, de la armonía y la Fe urbana. Así disfrutamos los espacios públicos, el compromiso de cuidarlos porque no sentimos abrigados en su convivencia. Desde los árboles y jardines, desde el colorido de su casas que son la sonrisa y el cariño de la ciudad de nosotros.