Como seres urbanos aguantamos lo insoportable del caos urbano. Smog, ambulantes inapropiado, ausencia de señalética eficiente, no aplicación de regulación de propaganda y volanteo, fallas de semáforos, alineación de banquetas, eliminación de obstáculos en la vía pública y mal uso de las banquetas en el tránsito cotidiano. Entre otros problemas que requieren atención de los servicios municipales.
La semana pasada señalé un problema grave de salud pública que acontece en la calle 16 Matamoros y Morelos, donde florece aleatoriamente un coro de aguas negras que se reparten en decenas de narices, zapatos y llantas que transitan por esa vía.
Una calle de gran importancia porque es el acceso principal de altos funcionarios públicos.
Se trata del sitio 338 B, donde un registro en la banqueta reparte en horas de la mañana un Festival de la Cacofonía que es una afrenta a la salud pública.
Un peligro para los niños, para los viejos que destilan los olores fétidos con grave peligro de adquirir enfermedades de índole. Preocupante, temerario, peligroso este aforo de aguas negras, que resumen las defecaciones nocturnas y diurnas por mutantes que abren sus esporas silenciosas y pedorras para que decenas de cristianos muerdan el polvo en la “cuesta de enero”.
Suplicamos la atención de la SSA, Comapa, Protección Civil, para diluir este temerario foco de inspección.