Como sucedió en Tamaulipas en el proceso electoral del 2016, en el Estado de México la ciudadanía parece igualmente determinada a favorecer la alternancia en la pelea por la gubernatura del próximo 4 de junio para poner fin a 85 años de hegemonía política del PRI, una tarea complicada dada la fuerte presencia tricolor y a que es la tierra natal del presidente Enrique Peña Nieto.
Perder el gobierno mexiquense a un año de la sucesión presidencial del 2018 sería un golpe psicológico no solamente para el Revolucionario Institucional sino también para el actual Presidente de la República, factores que, sin lugar a dudas, serán parte del marco político en el que se dará la elección del sucesor del priista Eruviel Ávila Villegas en la tierra del grupo Atlacomulco.
Por lo que la sucesión estatal representa para los priistas, un caso si no de vida o muerte, como algunos piensan, si de consecuencias políticas devastadoras para el priismo, seguramente desde los Pinos recurrirán a todos los medios para tratar de sacar el triunfo de quien sea el candidato, Alfredo del Mazo, primo de EPN, Carlos Iriarte Mercado, ex Secretario particular de Peña Nieto y de Arturo Montiel Rojas, o Ana Lilia Herrera Anzaldo, ex senadora y ex secretaria de educación del gabinete del mandatario en turno, para conservar en su poder el gobierno del Estado.
He ahí una de las razones por las que la renovación de los poderes políticos de EDOMEX, que incluye asimismo la de 125 ayuntamientos, será el centro de atención de la opinión pública nacional.
En ese escenario y a sabiendas de que a causa del generalizado rechazo popular generado por los gasolinazos, así como por los pésimos resultados del actual régimen federal en materia de seguridad pública, empleo, economía y combate a la corrupción, el voto cautivo o voto duro no le alcanzará para salir airoso en la contienda, el ex invencible disputará el cargo conjuntamente con dos de sus habituales aliados electorales, el Partido Verde Ecologista y Nueva Alianza.
El principal adversario y el mejor preparado para capitalizar el antipriismo es el PAN, sin embargo, como a este tampoco le bastarían sus seguidores y simpatizantes para doblegar y sacar al PRI de la silla estatal, negocia una alianza con el PRD, que de no concretarse, se vería en la necesidad de disputar el puesto con la ex candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, la aspirante mejor posicionada en la entidad, y el ex Jefe de Gobierno de la ciudad de México, Alejandro Encinas, lo haría con la camiseta del Partido de la Revolución Democrática.
Lo que los estrategas del ex partido de la Revolución no saben cómo evitar, aunque lo intentarán respaldando al abanderado independiente que más se acerque, de los 8 que se apuntaron, a la izquierda de AMLO, a los eventuales miles de sufragios que les quitaría la candidata de MORENA, la diputada Delfina Gómez.
De acuerdo con la convocatoria del PRI, la candidatura se definirá a través de una convención de delegados el 3 de marzo, la inscripción o registro de los aspirantes está programada para el 27 de enero de las 10 de la mañana a las 2, 14 horas, de la tarde, y el dictamen que decidirá quiénes podrán participar en la competencia interna se emitirá a más tardar el 6 de febrero.
Entre paréntesis, si es cierto lo que se comenta en los círculos políticos de Tamaulipas de que el delegado del IMSS, Roberto Hernández Báez, incorporaría en breve al ex Secretario particular del Gobernador Egidio Torre Cantú, José Isauro Flores Rivera, a su equipo de colaboradores, se expondría a perder parte de los bonos obtenidos con la labor que ha realizado desde que asumió el cargo y a convertirse, al mismo tiempo, en blanco de las críticas, ya que el ex titular de la COEPRIS es dueño de una de las peores imágenes públicas de los tiempos recientes.
Volviendo al tema electoral, muchos de los interesados en disputar cargos de elección popular coinciden en que dadas las circunstancias de adversidad social lo mejor sería dejar pasar los procesos electorales del 2018.
Coinciden en que, a lo más que podrían aspirar en escenarios como el actual sería a conservar la cuota mínima de sufragios que requieren para conservar también las prerrogativas económicas a que por ley tienen derecho. Si la votación se les cae más allá de lo previsto, además de perder posiciones clave de la lucha por el poder, el ex partido oficial se quedaría sin el dinero suficiente para reagruparse y tratar de resurgir en los próximos sexenios.
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