Cuando se acerca el día en que DONALD TRUMP asumirá la presidencia de los Estados Unidos, se acentúan las advertencias de que caerá sobre México una tormenta de impredecibles consecuencias para quienes habitamos este país y el gobierno se llena la boca diciendo que nuestra tribulaciones son producto de acciones externas. Nada más falso.
Simplemente es consecuencia de una histórica modorra social que ha permitido hacer a los gobernantes en turno lo que se les antoje sin que hayan tenido un mínimo de sensibilidad nacionalista y con el solo propósito de hacer dinero a costa del pueblo, convirtiendo a México en una Nación maquiladora en todos los sentidos de la palabra.
Las armadoras de automóviles llegaron a México para aprovechar la mano barata y muy eficiente que les permitía abaratar costos, sin que se desarrollara aquí una industria automovílística de origen propio. Desde el sector oficial siempre se ha pregonado que México es uno de los países que más importa vehículos automotores. Si, pero en rigor no es industria nacional. Tan es así, que en cuanto TRUMP amenaza a esas empresas, retiran las inversiones en territorio nacional.
Las franjas fronterizas se llenaron de maquiladoras de componentes electrónicos que, ciertamente, dieron empleo a cientos de miles de mexicanos. Pero cuando Corea y Taiwán ofrecieron mejores condiciones, simplemente levantaron el vuelo dejando huecos laborales enormes, para los cuales los gobiernos, encandilados por una falsa riqueza, nunca se prepararon. La industria nacional se reduce a talleres de torno.
Los gobiernos mexicanos, principalmente a partir de la presidencia de MIGUEL ALEMAN VALDES, simplemente se refugiaron en una zona de confort haciéndonos depender de los Estados Unidos que ya desde mucho antes nos había conquistado económicamente a través de las industrias petrolera y eléctrica. El Partido Revolucionario Institucional, como la casta política dominante, diseño y mantuvo lo que se llamó “La Dictadura Perfecta”.
La Banca se encuentra actualmente en manos extranjeras que para nada se preocupan por participar en el desarrollo nacional, empezando porque a sus empleados no les pagan reparto de utilidades dizque porque no las tienen. ¿Qué, qué?, se preguntará usted. Además las contrataciones las realizan off shore para eludir obligaciones contractuales.
AGUSTIN F.LEGORRETA, que fue dueño del entonces Banco Nacional de México, dijo, tras la nacionalización y posterior reprivatización de las instituciones financieras que “En México ya no existen banqueros ni Bancos, son puros especuladores confabulados con políticos, ministros de Hacienda y gobernantes”. BANCOMER, BANAMEX, SERFIN y HBC, entre otros, son manejados por capitales trasnacionales. ¿Banca mexicana? Bah.
Petróleos Mexicanos, que siempre nos fue presentada como la máxima industria nacional, está siendo desmantelada para entregarla también a capitales extranjeros tras de que los políticos se llenaron a manos llenas a su costa.
En los últimos días, entre los mensajes ingenuos que ENRIQUE PEÑA NIETO nos dispara tratando de deslindarse de la crisis que se avecina, dice que se dispuso la repatriación de capitales en el extranjero. ¿Qué, qué, otra vez? ¿Usted cree que CARLOS SALINAS DE GORTARI, traerá a México todo el dinero que seguramente se llevó? ¿ Y los capitales que otros políticos ladrones se llevaron como JAVIER DUARTE DE OCHOA, también se repatriarán? Si, Chucha.
Esa es la razón por la cual desde el medio oficial, con la ayuda de los medios de comunicación incondicionales, se trata de atribuir al futuro mandatario norteamericano la culpa de los problemas que nos acechan, cuando el germen de nuestras desgracias económicas siempre ha estado en suelo nacional. Dicen que hasta el Himno Nacional Mexicano está patentado en Estados Unidos. Imagínese usted.
El presidente ENRIQUE PEÑA NIETO no es sino el reflejo de un sistema político y económico basado en la sumisión hacia el poderoso vecino y en el apoderamiento de la riqueza nacional por parte de una casta privilegiada que nos repite una y otra vez que toma “medidas dolorosas, pero necesarias, cuando la imprevisión y el abuso los alcanza y tienen que descargar sus efectos entre los ciudadanos.
En rigor, TRUMP tiene todo el derecho de tomar las decisiones domésticas que le plazcan. En todo caso, serán sus gobernados los que concedan o resten valor a tales determinaciones. Y mire usted que algunas empresas como Ford y General Motor ya le están haciendo caso y se llevarán sus inversiones a su país de origen.
Pero tanta culpa tiene quien mata la vaca como el que le estira la pata, o si quiere usted, no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre. Una sociedad que se interesa más por la tabla de posiciones en el fútbol o por una artificialmente inflada fiesta de quince años, que por los problemas nacionales, pocos motivos de queja puede tener.
Tal vez el rubio magnate inmobiliario solo nos esté amenazando con el petate del muerto. Pero sus graves advertencias, han sido una especie de radiografía que nos presenta como un país sin defensas por no haber tomado nunca antídotos contra dependencia del extranjero.