La tragedia ocurrida este miércoles en un colegio de Monterrey de ninguna manera puede considerarse como un hecho aislado sino parte de la violencia provocada por el sistema. Al margen de los problemas que afectaran al protagonista principal es indudable que los hechos reflejan el estado anímico de una sociedad atemorizada por las actitudes oficiales. En este sentido nadie escapa a las diversas formas de presión aplicadas desde la cumbre del poder que desembocan en el seno familiar.
Por ello no es fortuito que aparezcan estas escenas entre jóvenes que han sido receptores indudables de las condiciones tan difíciles en que sobrevive su comunidad. El valor de un estudiante para accionar un arma contra sus compañeros y maestra también es evidencia del hartazgo que lamentablemente en esta ocasión tomó un rumbo torcido. De manera que culparlo tanto a él como a su familia sería un error tomando en cuenta que los acontecimientos se registran cuando el sistema político y social transcurre por un proceso de descomposición donde ya no importa sacrificar todo lo que convenga antes de su irreversible agonía.
No basta lamentar los hechos ni solidarizarse con los afectados (como lo hacen funcionarios del más alto nivel) cuando la crisis es profunda, es decir, cuando
la corrupción destroza la moral de una sociedad cuyos valores han sido pisoteados y burlados por el poder. Ni como negar los ejemplos que con singular descaro se deslizan desde la cúpula para diluirse en el mar de la impunidad dejando una estela de pobreza e impotencia entre las mayorías.
Este es el triste escenario en que se registra la tragedia de Monterrey. Importa no perderlo de vista porque al final de cuentas las víctimas somos todos.
Amlo puntea
La última encuesta publicada por el periódico Reforma ubica a López Obrador y a MORENA a la cabeza de las preferencias electorales del 018. Después está el PAN y en tercer lugar aparece el PRI. No extraña por las razones y motivos de sobra conocidos. Y es que la sociedad civil no ignora que las desgracias económicas y políticas que nos agobian son resultado de las malignas truculencias de los regímenes del tricolor y sus aliados.
De manera que en esta ocasión AMLO estaría más cerca de obtener la presidencia de la república y salvo que ocurriese algo extraordinario no lo tendríamos como sucesor de EPN y en él, seguramente al más ferviente reconstructor de la república mexica.
Contrasta la situación de Peña Nieto que en aceptación social cae hasta el 12 por ciento. Y podría descender más después de febrero que será cuando se apliquen dos gasolinazos más, según dicen.
El asunto es que la victoria de “el peje” parece irreversible y frente a ello el rechazo ya inocultable a EPN que van definiendo el país que deseamos. No el de
los políticos corruptos ni de las instituciones de doble moral sino el que soñaron los caudillos auténticos. No es raro que AMLO encuentre inspiración en Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata y Lázaro Cárdenas, personajes olvidados por quienes ejerciendo el poder, traicionaron a la patria. ¡Ah bruto!.
Hablemos de austeridad…
Ya decíamos que en diversos estados las autoridades han dado a conocer planes de austeridad más no en Tamaulipas. (Al menos hasta la tarde de este miércoles). Se entiende que es por falta de tiempo o tal vez no se ha cuantificado la forma y manera en que se podría recortar el gasto. Lo cierto es que el asunto está
pendiente y es urgente de toda urgencia.
Viene a cuento porque el gobernador de Chihuahua Javier Corral, está dispuesto a poner en venta la casa de gobierno así como diversos inmuebles y hasta vehículos incluyendo helicópteros y aviones propiedad del estado, cosa que parece bastante congruente con todo lo que está pasando.
En este sentido el columnista considera que en Tamaulipas hay mucho de donde cortar. Iniciando justamente con la ostentosa residencia oficial convertida sobre todo por los dos anteriores gobernadores, en auténtico palacio donde se derrochó lujo, buen gusto y sofisticada inclinación por lo más costoso y original.
Siempre con cargo a los contribuyentes por supuesto.
Desde luego la propuesta del escribidor es que se venda y adquiera algo más modesto y acorde a la crisis económica que afecta al estado.
Sería una muestra de buena voluntad y muy aplaudida por la sociedad.
Otra propuesta es la de adelgazar el aparato administrativo del DIF que en tiempos del PRI multiplicó oficinas, cargos y sueldos destinados a favorecer a una élite social que ahora mismo lamentará que el tricolor haya sido echado del poder.
Seguro que quienes ahora dirigen el estado ya se dieron cuenta de que el DIF se convirtió en un gobierno aparte por el inmenso poder adquirido en la época del PRI, tanto que no había presupuesto que alcanzara para colmar los caprichos de la selecta clientela de exclusivos y aristócratas centros sociales de la capital.
En cuanto al parque vehicular ya se ha dicho aquí que siempre fue un despilfarro, además de una bofetada para la sociedad que debió soportar este atentado a su economía. El columnista considera que es tiempo de meterle mano.
He dicho.
Y hasta la próxima.