Además de haber perdido la gubernatura, la mayoría del Congreso y varios de los principales municipios de Tamaulipas, la debacle electoral que sufrió el PRI en la contienda política del 7 de junio del 2016 le salió igualmente cara al partido en términos económicos, debido a que, por causas diversas, las prerrogativas y los ingresos se redujeron a más de la mitad.
Las cifras oficiales son claras.
Antes del descalabro estatal, el tricolor recibía 3 millones 558 mil 589 pesos mensuales, ahora, en cambio, esa suma se ha reducido a un millón 400 mil pesos. Es decir, que el tricolor ha dejado de recibir 11 millones de pesos menos del dinero público a que por ley tenía derecho en el pasado.
Si a esto se agrega que cada treinta días tiene que pagar 1 millón 779 pesos por concepto de multas y de que, a diferencia de otros partidos políticos, el ex invencible no obtiene dinero por concepto de cuotas de los militantes, la situación se torna más crítica, al grado que para enfrentarla los jerarcas priistas tamaulipecos se han visto en la necesidad de establecer un riguroso programa de austeridad.
Este contempla, entre otras restricciones, que las reuniones y eventos partidistas ya no se realizarán, como cuando estaban en el gobierno y disponían de dinero hasta para despilfarrarlo, en salones grandes y lujosos, ahora la mayoría de las actividades se tendrán que efectuar en las instalaciones del propio partido.
También se han reducido en la medida de lo posible los gastos de nómina, servicios públicos y mantenimiento, que cuestan un millón 100 mil pesos al mes.
Los tiempos de las vacas gordas terminaron.
Como ni aún así los recursos de que dispondrá la agrupación le alcanzará, el comité Directivo estatal que encabeza la presidenta interina Aída Zulema Flores Peña, recurrirá, como lo hacía el PAN antes de llegar al gobierno, a la celebración de rifas, bingos y otros eventos para obtener los recursos adicionales que permitan, además de solventar los gastos básicos, sobrevivir mientras las condiciones mejoran.
Pero si así andan las cosas en nuestra entidad y en todas aquellas en las que el Revolucionario Institucional perdió gubernaturas, en el ámbito nacional los priistas también andan arrastrando la cobija. Los gasolinazos del inicio del 2017 acabaron con lo poco que le quedaba de aceptación al régimen del presidente Enrique Peña Nieto, el 86 por ciento de los mexicanos lo reprueban.
Y según las encuestas más recientes, la del periódico Reforma, por ejemplo, las preferencia ciudadanas de cara a la sucesión presidencial del 2018 favorecen a MORENA, el partido de Andrés Manuel López Obrador, que tiene el 27 por ciento de las simpatías, seguido por el PAN, con 24 puntos porcentuales, en tercer sitio el PRI con el 17 y en cuarto el PRD, con apenas 10 por ciento.
Un panorama similar a la sucesión presidencial del 2006.
Si los números no cambian, la pelea por la presidencia de la República se dará otra vez, no entre el PRI y el PAN, como en la del 2000, sino como en la de hace 12 años, entre el Movimiento Regeneración Nacional y AMLO y el Partido Acción Nacional y Margarita Zavala, Ricardo Anaya Cortes o el que resulte candidato.
Al priista Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, si es el sacrificado, como se vislumbra, le tocaría jugar un papel similar al de Roberto Madrazo Pintado o de Francisco Labastida Ochoa, los dos candidatos presidenciales del el ex partido oficial que perdieron la disputa del gobierno de México, el primero ante Vicente Fox Quesada y el segundo ante Felipe Calderón Hinojosa.
En ese escenario de adversidad y de repudio generalizado ¿quiénes serán los valientes militantes del PRI que aceptarán las candidaturas de gobernador, alcaldes y diputados locales en las contiendas del próximo 4 de junio y en las que del año que viene? No tenemos idea, pero de que serán muy pocos, no cabe duda.
En asuntos de otra índole, la trágica balacera del Colegio Americano del Noreste de Monterrey ha conmocionado a la sociedad del país, sin embargo, habría que preguntar ¿qué podemos esperar que suceda cuando los niños y los adolescentes únicamente ven sexo, violencia y drogas en los medios de comunicación?
No sólo debemos de espantarnos de lo que hemos prohijado, es necesario que los padres de familia y los profesores escolares les presten más atención y que los comunicadores tengan mayor responsabilidad y conciencia sobre el contenido de lo que difunden. Es el deber de todos.
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