Son 11 millones los latinos que serían echados de la Unión Americana
Cómo obligaría Donald Trump a México a pagar construcción del muro
Los tamaulipecos siempre han reclamado la presencia de más policías
Delegado priista vendría a procurar la unidad pero en el fondo ¿podrá?
El desprecio hacia los latinos radicados en la Unión Americana que tanto ha expresado Donald John Trump –principalmente contra los mexicanos indocumentados–, ahora ya investido como presidente, tiende a:
1) La expulsión de más/menos 11 millones de personas, a través de los cruces fronterizos instalados en la línea divisoria;
2) El retiro de apoyos sociales (sobre todo de salud) a la comunidad naturalizada o residente –que suma el 17 por ciento de la población total estadounidense–, según las estadísticas más serias; y
3) Mayores presiones contra México para que pague la construcción de un muro a lo largo de su frontera norte –3 mil 185 kilómetros–, con el cual, según él, se evitaría la internación ilegal de ‘delincuentes’.
Por eso desde horas antes de su asunción, durante ésta y después, hubo en los 50 estados yanquis protestas de repudio en su contra, como puntualmente lo informaron los medios de comunicación masiva. Incluso hasta violentas, por sus desplantes xenofóbicos.
En esas manifestaciones interactuaron los estadounidenses blancos y negros, amarillos y prietos, sin importar su condición socioeconómica y menos su nacionalidad –natural o adoptada–, fundiéndose en un mismo repudio que, por cierto, también fue reproducido en todo el mundo y aún, cuando ya han transcurrido cerca de 40 horas, sigue causando irritación.
Más cuando se analizan los seis puntos esenciales de lo que espetó tras tomar posesión del cargo.
Helos enseguida:
1) Hoy (aquí) no estamos simplemente transfiriendo el poder de una administración a otra o de un partido a otro; estamos transfiriéndole todo el poder al pueblo, que antes ostentara Washington, D.C.;
2) De ahora en adelante una nueva visión gobernará esta tierra bajo el principio América primero;
3) Vamos a fortalecer nuestras viejas alianzas, formar otras nuevas. Y unificar al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical. Hasta erradicarlo por completo de la faz de la tierra;
4) Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y de la ley y, lo que es más importante, estamos protegidos por Dios;
5) Dos reglas sencillas: compraremos productos estadounidenses y contrataremos (para trabajar) a ciudadanos estadounidenses; y
6) Juntos volveremos a hacer a América fuerte otra vez. Rica otra vez. Segura otra vez. Volveremos a hacer América grande otra vez.
Esto significa que Donald John nada quiere saber del pasado y está decidido a sepultar lo que sus antecesores hicieron, como enseguida se deduce:
a) La trasferencia del poder, según él, se traslada al conglomerado, pero es Trump precisamente quien desatiende el mandato de la mayoría al adoptar medidas racistas unilaterales o apoyado por la minoría;
b) ¿Acaso alguno de los mandatarios que lo precedieron alguna vez privilegió a otras naciones por encima de los Estados Unidos?
c) ¿Las viejas alianzas a que se refiere son con los países que en la segunda guerra mundial apoyaron a EU para aniquilar naciones enteras, a fin de controlar al mundo?
¿Y su propuesta de ‘erradicar’ el terrorismo islámico (totalmente), es provocando una tercera guerra mundial?
d) ¿Apostándole a las fuerzas armadas yanquis, es como trataría de amedrentar al mundo?
e) Quiere obligar a los estadounidenses a comprar los artículos que se produzcan allende el Río Bravo –sólo esos–, y que en su elaboración sólo trabajen ciudadanos americanos, lo que lleva implícito negarle a los latinos fuentes de empleo; y más a los indocumentados, siendo que son, éstos, quienes más producen tratándose de trabajos agrícolas, servicios y artesanales.
f) Él dice que volvería a recuperarse la primacía de América, lo que me lleva a pensar que arremetería contra países como Japón y China, que son los que más producen y, hasta eso, sus productos son vendidos por el Tío Sam.
Embestida
La agresión de Donald John Trump contra los mexicanos se hizo pública en junio 17 del 2015, cuando anunció formalmente buscar la candidatura republicana por la presidencia estadounidense.
Ése día, por primera vez, insultó a nuestro país (públicamente), bajo el argumento que envía drogas y violadores a través de su frontera.
Y el mismo día prometió que de llegar a ser presidente construirá un muro en la frontera y haría que México lo pague.
Lo dijo en Nueva York, donde igual afirmó que los mexicanos están enviando gente que tiene muchos problemas. “Nos están enviando sus problemas, traen drogas, son violadores…México no es nuestro amigo”, pues según él China y el vecino del sur se están llevando el empleo que las empresas yanquis deben
generar para el pueblo gringo.
Desde entonces multiplicó su agresión contra nuestro país.
Incluso ha acusado al sistema judicial mexicano de corrupto. Y pidió a través de su cuenta twitter no hacer negocios con México, “ya que ése país está saqueando Estados Unidos”.
Por si fuera poco, afirma que los inmigrantes que cruzan su frontera sur provenientes de México, portan ‘enfermedades infecciosas’; y amaga a los empresarios gringos con sabotear sus empresas de no cancelar su inversión acá de este lado del río Bravo.
¡Vaya, vileza!
El muro (5/04/16)
Como medida de presión para que México pague la infame construcción del muro, el sucesor de Barack Hussein Obama II amenaza bloquear las remesas que los inmigrantes envían a sus familiares (por medio de giros bancarios), según se lee en un documento en poder de su equipo que lo acompañó en campaña, fechado el 31 de marzo del 2016.
Ahí se advierte que la inversión alcanzaría los ¡ocho mil millones de dólares!, tan sólo para levantarlo a lo largo de mil 600 kilómetros. Y esto quiere decir que la cifra se duplicaría –o quizá rebase los 16 mil millones de la divisa verde–, en caso de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca decidiera extender la construcción de concreto en toda la línea divisoria.
Hasta donde sé, las remesas anuales hasta hoy alcanzan los 24 mil millones de dólares –sólo las de indocumentados–, por lo que el jefe del Ejecutivo Federal mexicano, Enrique Peña Nieto, está obligado a pedirle a su amigo reconsiderar su postura, aun cuando en el mismo documento se contemple la solución al amago: que el Gobierno haga un pago único, de entre cinco y diez mil millones de dólares.
Otras medidas de intimidación planteadas por Donald, son:
a) El aumento de los aranceles comerciales; y
b) La cancelación de visados a los mexicanos.
Como pretexto a su exigencia, el misógino Trump acusa que México ‘se ha aprovechado de EU’, por medio de narcotraficantes y bandas ‘que han abusado abiertamente de la frontera y cometido un gran número de crímenes en territorio estadounidense.
¡Cuánta aberración!
Y lo peor del caso, es que el señor de Los Pinos muestra pasividad.
¿O en el fondo está de acuerdo con ése pinche gringo?
Subordinación
México, no obstante haber diversificado sus relaciones con las naciones del orbe a lo largo de su historia, sigue moviéndose en la órbita estadounidense.
Y esta condición de país subordinado, propicia que los ‘americanos’ insistan en apropiarse de nuestros recursos naturales por su voracidad, hasta el grado de incrementar su influencia sobre diversas áreas de la economía nacional.
Nadie puede negar que el mexicano es un pueblo dependiente de la Unión Americana en tecnología, inversión y comercio.
De igual manera estamos subordinados en lo que respecta a las importaciones de nuestros productos primarios, pues allende el río Bravo determinan qué, cuándo y cómo vendernos insumos.
Esto demuestra que la balanza comercial es a favor, en mucho, de los gringos.
Lo peor del caso es que la usura internacional y el nuevo presidente estadounidense ya exhibieron la tentación de querer intervenir en todos los asuntos de política interna y exterior –además de participar en el reparto del petróleo y/o sus dividendos–, con el pretexto de la defensa de sus intereses, arrogándose así la facultad de ser árbitros de la democracia y la libertad en cualquier parte del mundo.
Es algo que no toleramos los mexicanos bien nacidos, pese a las innegables diferencias que existen entre las fuerzas políticas que se mueven al interior del país y en más de una ocasión han amenazado la estabilidad social y política, causándole un profundo daño al país por sus constantes escaramuzas.
Conjuntamente y en lo particular, coincidimos en defender lo que generaciones anteriores nos legaron para darle sentido al vocablo Independencia.
Es decir, con todo y los tropiezos que tenemos y las evidentes carencias que impiden un justo desarrollo a nivel nacional, al momento en que se percibe en riesgo la soberanía, la paz y la libertad, las diferencias internas se atenúan y se antepone el interés superior de México.
Tampoco se puede soslayar el hecho de que en casa tenemos fuerzas retrógradas que trabajan denodadamente para entregar la plaza a intereses externos.
Afortunadamente son una minoría de apátridas que no han podido contaminar a la gran mayoría de los mexicanos.
Y eso deben entenderlo nuestras autoridades que hoy se arrodillan ante su majestad, sólo el suyo, Donald John Trump.
Modificación del 115
En las 32 entidades de la República Mexicana hace (ya) casi un sexenio las policías preventivas fueron disueltas como parte de la estrategia para darle sustento a la creación de corporaciones tripartitas, por ser la oferta desde entonces más tangible para el restablecimiento del orden.
Y Tamaulipas no fue la excepción.
Hasta el momento miles de elementos federales han venido con un mismo objetivo: combatir la delincuencia, y siguen llegando más, pero se han topado con malos elementos aún en funciones que también están al servicio de gavillas.
Como fuere, hay avances en la materia.
Sin embargo existen dudas en cuanto a la renovación policial, pues no hay fecha aún definida para que el Congreso de la Unión reforme por enésima vez el artículo 115 constitucional, a fin de que la seguridad pública municipal no sea más responsabilidad de los ayuntamientos, sino trabajo exclusivo de los gobiernos estatal y federal.
Ello vendría a coadyuvar al saneamiento de las corporaciones, cuya corrupción tanto ha exhibido la delincuencia organizada; y desde luego, borraría cualquier suspicacia en cuanto a la creación de una sola policía, pero de corte estatal.
De cualquier forma (y hasta donde me han informado), la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) desarrolla un proyecto encaminado a limpiar todas las corporaciones que en Tamaulipas operan.
En principio se aplicaron exámenes de evaluación a los efectivos de ‘Fuerza Tamaulipas’ y al personal de los centros de readaptación social, a fin de relevar a los malos elementos que (se compruebe) mantengan cualquier roce con el hampa.
La medida fue sana, pues marcó el inicio de un verdadero combate a la corrupción policial y, por consiguiente, propinó un nuevo golpe a la delincuencia que tanto daño hace a la sociedad.
Con acciones como la aquí consignada, el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca (igual) confirma que en Tamaulipas se ejerce realmente una cruzada contra los transgresores de la ley; y que en tierra cueruda no hay impunidad ni se encubre a nadie.
Por si fuera poco, sé que el mandatario ha dado instrucciones de combatir frontal, eficaz e incansablemente toda conducta delictiva; erradicar la inmunidad; aplicar las estrategias planteadas para con ellas elevar los niveles de seguridad; y que todos los cuerpos policiales, sin distingo de ninguna
índole, brinden el apoyo necesario a las instancias federales, el Ejército y la Armada en la realización de su trabajo contra la delincuencia organizada.
Delegado priista
El trabajo que espera al nuevo delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priista, aquí en Tamaulipas, no es tarea fácil, si consideramos las fracturas ocasionadas por el descalabro electoral más reciente.
Y, hasta eso, ahora menos notorias por el trabajo realizado por Aída Zulema Flores Peña.
Muestra de ello es que ha procurado la unidad desde el momento mismo que tomó posesión del cargo (aunque de manera interina), y ha sabido curar heridas, aunque tuvo que redoblar esfuerzos para que en la estructura no decayera el ánimo con todo y que los grupos de interés le han jugado siempre las contras.
Refiero lo anterior porque, según sé, el nuevo delegado traería la consigna de atender (como tarea prioritaria) ambos rubros.
¡Bah!, como si los priistas domésticos no hayan hecho bien la tarea, pese al amargo sabor de la derrota.
Incluso, hay quien dice que el nuevo delegado vendría al estado por recomendación directa y no porque aquí, en Tamaulipas, el PRI requiere fortalecer su estrategia de posicionamiento.
Por algo los priistas tamaulipecos (nacidos aquí o avecindados), ya poco o nada le creerían a un forastero que venga a conducir el relevo en la dirigencia estatal.
Ya ve Usted que allá en 1982, el entonces delegado priista –cuyo nombre es Celso Humberto Delgado Ramírez–, fue lazado (en toda la extensión de la palabra) por incumplirle a los campesinos de Jaumave una oferta; y que los cuatro más recientes abandonaron esta entidad con la cola entre las patas por su saqueo desmedido cometido en perjuicio de la sociedad tamaulipeca.
Uno fue el antecesor inmediato de Jorge Cantú Valderrama –el potosino Enrique Salomón Rosas Ramírez, quien por cierto sigue sangran do al pueblo victorense con los parquímetros–, otro, Eduardo Cayetano García Puebla, quien por costumbre tiene la traición y realizar negocios al amparo de sus clientes ocasionales.
Luego vino otro cuyo nombre se me borró de la menta y el más reciente, Fernando de las Fuentes Hernández (alias ‘El Diablito’), huyó prácticamente.
¡Ah!, pero ahora que es tiempo de calentar motores rumbo al 2018, hay una jauría que se apresta a recibir con bombo y platillo al delegado de Enrique Ochoa Reza, aunque él desconozca qué ocurre en el estado por su negligencia de visitarlo.
En fin, cada partido tiene al delegado que merece.
E-m@il
jusam_gg@hotmail.com