En este día, recorro mi universo como si fuera el espejo de agua de Narciso que tiembla en mi mirada al paso de los años.
Soren Kikergard, el filósofo “del temor y el temblor”, me advierte mi condición humana y mi dependencia del marco divino aún en la libertad de mi
existencia que la creación artística subleva.
Temor ante el cielo y significados de lo divino, temblor del ser humano que plasma su existencia pasajera.
Los artistas, dentro las peculiaridades de la vida cabalga como un Narciso en las inquietas aguas del espejo como en un pasto de cristal frágil y emocionante.
El autorretrato revela el poder del corazón, la angustia del alma, y resume las vanidades propiciadas por el egoísmo y el poder creativo.
Pero también la generosidad de Dios de permitirme ser poeta y pintor asumiendo mi condición humana que me toca recrear buscando y encontrando las fuentes de mi creación.
Sin duda suena vanidoso y por lo tanto torpe ante la realidad en el espejo que delinea mis arrugas y cuenta mis adversidades y las tragedias cotidianas. Se aprende a ser viejo en el arte difícil de vivir, si me atengo a Andre Maurois.
La locura ya es la misma y poco a poco, las “veladuras ” de los años quedan como transparencia en el encaje de la tela que va envolviendo a la mortaja.
También, las manos resaltan las venas y los brazos y las piernas con sus pies flaquean.
Se camina al cadalso a la plaza donde un jurado anónimo empieza a señalar a la manera de los romanos el vida o muerte.
Parece una ironía, pero cuando se es dios en los sueños, en la memoria, en la facultad creativa, los poetas y los pintores tiemblan ante lo adverso y ponen sus manos al rostro del suplicio.
Somos pequeños dioses que hacemos la comedia con un reparto de amigos, de familia, de querencias, que hacemos belleza o que presumiblemente son
estética.
Bien, hoy es un día más que me canto como Wiltman a mí mismo en las aguas turbulentas de un Narciso impostor. Porque no tengo el poder de mirarme del todo, en mis errores y aciertos. Pero si, la sinceridad de ir con mi cabeza alta a los confines extraordinarios que la existencia me brinda y que disfruto con ustedes.