* El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016
Ya no es secreto la necesidad de una ley de seguridad interna que incluiría el marco jurídico dentro del cual se movería el accionar de las fuerzas armadas. Ya sabéis que éstas fueron literalmente sacadas de los cuarteles y enviadas a las calles a combatir lo que corresponde a la autoridad civil. En este sentido ni cómo negar que el poder de cuello blanco fracasó, razón por la que hubo de recurrir al ejército motivando un estado de confusión con marcado daño a las instituciones.
Usted dirá que en este desastre político, social y económico que vive la república, ¿cuánto más se puede perjudicar a las instituciones?. Tiene razón, aunque aquí lo más importante es no perder la confianza de que en algún sexenio del siglo que transcurre, el país pueda encontrar caminos de salvación antes de que todo esto se convierta en una guerra civil. Y no es exageración cuando el hartazgo alcanza su máxima expresión con todo y que el supremo gobierno pretenda desviar el enojo social hacia “el pobrecito” presidente gringo quien bastante tiene con complejo hitleriano que lo ubica muy cerca de que sus propios fans lo desconozcan y arrojen de la casa blanca de allá. Ojo que Trump ya se topó con el presidente de Corea del
norte, otro loquito que entre las novedades está la sospecha de haber enviado recientemente al inframundo a su hermanastro.
El asunto es que las fuerzas armadas están urgidas de una ley que les otorgue garantías para proceder en consecuencia con su nueva responsabilidad policiaca que dicho sea, nada tiene que ver con la misión original de preservar la soberanía nacional.
Hasta aquí vamos bien. La situación se complica debido a opiniones que suponen ciertos riesgos que contradicen el espíritu democrático que dio vida a los diversos movimientos sociales que forjaron esta nación llamada México. Entre tales riesgos está el temor de que ante el vacío de poder civil el país se militarice tal cual ha sucedido en otras etapas de la historia. Es por ello que la mayoría legislativa ha de tener sumo cuidado para no caer en tentaciones. Claro que si EPN ordena consignas no habrá amor patrio que evite su cumplimiento. Eso por una parte.
Sin embargo, ¡ea! que los políticos también están preocupados porque en el paquete podrían ser incluidos, de ahí que la dichosa ley permanezca en suspenso sobre todo después de que el senado escuchó la opinión de la Secretaría de Marina a través del Centro de estudios navales, en estos términos: “La lucha no debe ser sólo contra la delincuencia sino contra la corrupción política, para lo cual, debe haber un modelo multifactorial para enfrentar otros aspectos que generan amenazas a la estabilidad con hechos de corrupción de la élite política y su impunidad”. (Conferencia en materia de seguridad nacional. Senado de la república). ¡Rájale!.
Quedamos en la necesidad de una ley que regule la participación del ejército en el combate a la inseguridad. En este caso los mexicas confiamos en que también se actúe contra la corrupción e impunidad oficial. Sería la enorme ganancia para una sociedad que ya no sabe ni por dónde se alza el porvenir. He dicho.
Tiempos de borrasca
No es juego lo que sucede en los municipios de Tamaulipas colindantes con los gringos. En principio no existe capacidad para recibir dignamente a los expulsados por Trump. Y menos posibilidades de ofrecer empleos cuando no se registra inversión pública, como sucede en el resto de la entidad por motivos y circunstancias de sobra conocidos. No es juego insisto, sino parte de la fatalidad política que afecta a buena parte de la paisanada agravada por el desabasto de combustibles lo cual por lógica paraliza la actividad económica.
Sucede en la frontera donde empresarios de diversos rubros han dicho ¡basta! a los abusos oficiales, sobre todo del gobierno federal que los ha dejado solos. Los cierres de gasolineras así sea por un día de vez en cuando, reflejan decepción civil porque todo parece seguir igual.
Usted dirá que no sólo es la frontera y tiene razón porque la crisis pega a la economía del estado en general. El campo por ejemplo, luce triste abandono por la orfandad que sufren los productores. El gobierno federal no les cumple y la amenaza de “tomar” las vías de comunicación persiste con todas las consecuencias imaginadas. En este sentido agreguemos que Gonzalo Alemán Migliolo, titular de Desarrollo rural, ha confesado su frustración al no poder “acarrear” recursos hacia el estado. Al menos el hombre “es síncero”, como dirían en el ranchero, aunque eso no resuelve el problema.
Y deje que cuando se revise el TLC vendrá lo peor considerando que nuestro estado está entre los siete más afectados. Y no hablemos de los convenios bilaterales entre Tamaulipas y Texas que no obstante el optimismo oficial, se encuentran pegados con alfileres por todo lo que ha sucedido después de la elección de Trump. Y ni modo que sea invento.
Sucede que
El alcalde de Río Bravo, Juan Diego Guajardo, está en grave aprieto después del accidente que puso en riesgo la vida de cientos de personas justo frente a la presidencia municipal. Tal vez no sea responsable directo pero de que hubo negligencia oficial, eso-que-ni-que. Y por ello debe responder cuando menos ante las víctimas.
Y hasta la próxima.