¿Qué tiene que ver la Banda “El Recodo”, con la expropiación petrolera del General Lázaro Cárdenas? La coincidencia es que ambos acontecimientos, tienen su acta de nacimiento en 1938. Aunque, el “oro negro” de la república ya perdió su encanto, y ya no es el ritmo que preside la economía del país.
En cambio, el grupo fundado por don Cruz Lizarraga, sigue vigente, en la cultura de la música nacional, con profundos enclaves en la región del Pacífico, y un natalicio de cadencias, metales y percusiones, que ya son patrimonio artístico del país.
Es increíble, como un pueblito de no más de 700 habitantes, le da el nombre a la Banda musical más reconocida del país en el mundo. Semánticamente, un recodo, es el momento en que el camino cambia su rumbo de manera radical, mediante un ángulo demasiado cerrado.
Tal vez, modificar la ruta, es el significado más cercano a lo que se propone el alcalde Óscar Almaraz Smer, cuando desde su llegada al palacio del diecisiete se propuso como tema central incorporar a la ciudadanía en todas sus tareas. Almaraz se alejó del escritorio y sacó a las calles el poder público, con el propósito de rescatar de la mano de la gente, los espacios que nos robó la inseguridad y la violencia.
Este mes de febrero, después de seis años de silencio y de miedo, vuelve el carnaval para sacudir el alma de los capitalinos, y darle a la ciudad, esa categoría de ciudad viva, que tanto necesita. Nos dicen que la Banda “El Recodo”, cerrará con broche de fiesta grande, el día 26, pero antes se presentarán grupos como Fievre Looka y Eliseo Robles.
El carnaval permite conocer los rasgos esenciales de los pueblos. Sus trajes, sus máscaras, sus vestuarios, sus bailes y sus colores. Se trata de una erupción de texturas y de sonidos; de exclamaciones, de risas, de energía pura, expresándose en la naturaleza primigenia del cuerpo y sus movimientos.
La música y el carnaval de Victoria, en este 2017, serán ante todo, una especie de catarsis, mediante el cual, la sociedad del centro de Tamaulipas, realizará desfogue psicológico de los males que nos aquejan. Por eso durante los carnavales se quema el mal humor. En este caso, el carnaval de Victoria, impulsado por Óscar Almaraz, buscará incinerar, esas sensaciones de encierro y miedo que tanto daño han provocado a la gente.
El carnaval recorrerá también, no solo el centro de la ciudad, sino populosos sectores de las colonias. Con lo anterior, se pretende alumbrar con la alegría colectiva, esos espacios que hasta hace poco, todavía pertenecían a los parajes grises de la existencia urbana.
La quema del mal humor, está relacionada también con la práctica de prenderle fuego a un muñeco de un personaje nacional o universalmente repudiado. En su momento, los carnavales mexicanos han llevado a la hoguera a Sadam Hussein, a Gloria Trevi o a Carlos Salinas de Gortari. El candidato actual, es Donald Trump. ¿Lo quemarán los victorenses?
Aquí encontramos también la paradoja: el pueblo llano, se convierte en rey, mientras que las máscaras y los disfraces, permiten la transposición de los sexos. Reclinada en su eterno almohadón de la cordillera, Victoria, la ciudad sinónimo de triunfo y con nombre de reina, se declara lista para salir a la calle y refundar su alegría ciudadana.
Sociología de la música
Sociológicamente hablando, la música está vinculada con patrones de consumo. Esto se relaciona directamente con los medios masivos de comunicación, como la radio, la televisión o el internet. Resulta obvio que el momento histórico define el tipo de música. En la antigüedad, imperaron los patrones de carácter religioso. En la década de los sesentas y setentas, la música se vio influenciada por el tema de la posguerra y los movimientos pacifistas.
En México, el fenómeno del narco, trajo consigo el corrido. Las finalidades de la música, a lo largo del tiempo, son de carácter hedonista, es decir, por el simple placer de escucharla. Actualmente, la tecnología virtual, es el gran detonador del disfrute colectivo. Beethhoven decía que debería de haber un gran almacén, en el cual los artistas depositaran sus obras y al cual el público acudiese para escoger el de sus preferencias. Pues bien, este deseo profético, ya se cumplió, con el internet.
Todo lo anterior, se puede interpretar, como una especie de resistencia cultural. La raza encuentra esa identidad que nos invita al baile y a la comunión de las emociones.
POSDATA.- El resurgimiento de los carnavales, en la ciudad, es algo muy significativo. Se trata de un esfuerzo común, entre ciudadanos y ayuntamiento, para devolverle a la gente, esa palabra que destierra la derrota del rostro colectivo: esa palabra se llama VICTORIA.