ALTAMIRA, Tamaulipas.- Raúl Rodriguez ingresó a la frontera de Texas con Mexico a bordo de un avión esposado como un criminal.
Durante las últimas semanas enfrentó a la corte de Estados Unidos para evitar su deportación.
El migrante mexicano finalmente fue colocado en el puente fronterizo la noche del sábado.
Sin un dólar en el bolsillo, regresó a Tamaulipas después de doce años.
Apenas piso tierra mexicana y un compañero migrante fue “levantado” a 100 metros de la frontera. No sabe más de él.
A bordo de un autobús de Casa del Migrante fue conducido durante la noche a un refugio. Por la mañana, después de medio dormir, se incorporó, el sol inclemente de Reynosa lo devuelve a la realidad. “The american dream is over” (el sueño americano se ha acabado).
Durante el fin de semana llegó a Altamira. En Atlanta se quedaron su esposa y tres hijos, así como unos pocos ahorros.
En resumen, deja en EUA media vida. Fue ilegal desde hace 24 años y aquí no tiene casa. Su futuro es incierto.
Raúl fue “cazado” por agentes de ICE (U.S. Inmigration of Customs Enforcements) cuando llevaba a su nuera al hospital a punto de convertirse en madre.
Permaneció en prisión luego de que la Fiscalía le finco cargos por una falta de tránsito una semana antes. Al mexicano le fincaron cargos por su condición de ilegal.
En el proceso reunió firmas y cartas que le acreditaban como un ciudadano ejemplar, nada le valió. Hoy está en México en el Ejido El Fuerte, en Altamira.
Ya no piensa regresar. Cruzar la frontera es un albur, tiene miedo de que lo capturen grupos criminales dedicados al secuestro, la policía o el ICE en Texas, cuando cruce. Incluso en los retenes instalados en Atlanta, Washigton, Freways o en los suburbios de cualquier vecindario.