Este 15 de marzo de 2017 (ayer) se cumplieron 50 años de la publicación en el Diario Oficial del Estado de los decretos 145 y 146 aprobados por el Congreso de Tamaulipas que otorgaban la autonomía e independizaron jurídicamente a la Universidad del gobierno estatal que pusieron fin a una huelga que paralizó durante 21 días a la Máxima Casa de Estudios.
La inconformidad de los estudiantes contra la forma que se manejaban los recursos económicos generados por el 5 por ciento de los impuestos que teóricamente se canalizaban a la institución educativa, pero sobre todo la demanda a las autoridades para que informaran públicamente del asunto dio pie al incidente que desató el conflicto.
El 29 de enero agentes policiacos al mando de Enrique Lamarque detuvieron arbitrariamente en ciudad Victoria a los estudiantes de Derecho de Tampico Héctor Obregón Fuentes y a Juan C. Vitre Jiménez cuando trataban de ingresar al Teatro Juárez para repartir cientos de ejemplares del periódico “Voz Universitaria” en el que exigían cuentas y lanzarían consignas contra el gobernador Praxedis Balboa Gójon en
los momentos en que rendía el cuarto informe de gobierno.
El percance encendió al estudiantado, fue como el detonante que hizo explotar el malestar e indignación largamente contenidos contra el autoritarismo del aparato gubernamental. Enardecidos salieron a la calle a exigir enérgicamente respeto a los derechos de libre expresión
consagrados en la constitución, pero sobre todo que se castigara a los responsables de la agresión policiaca.
Encabezados por el presidente de la sociedad de alumnos de la facultad agraviada, Vicente Zapara Martínez, Flavio Rocha Lerma y Federico Villarreal, el 31 de marzo tomaron el edificio en el que funcionaba el plantel universitario y efectuaron un paro de tres días. La agitación se agravó cuando el gobierno del Estado impuso como rector al licenciado Francisco A. Villarreal, un catedrático que no era bien visto por la universitarios que además fungía como oficial mayor del gabinete administrativo del mandatario tamaulipeco.
Para fortalecer la lucha, además, agregaron al movimiento la bandera de la autonomía y decretaron estado general de huelga, mientras que las autoridades emprendían una campaña de desprestigio en la que se acusaba a los huelguistas de agitadores comunistas, para justificar la represión.
Ante el hostigamiento, los estudiantes elevaron el tono de los discursos y viajaron a pie a ciudad Victoria a echarle en cara al gobernador la imposición de Villarreal, pero a la altura de Llera la policía, esta vez encabezada por Roque García, los detuvo y los regresó a Tampico.
El nuevo atropello recibió una respuesta inmediata de los universitarios, el 25 de febrero miles de alumnos realizaron una encendida manifestación y en un mitin frente al palacio de Tampico arremetieron violentamente contra Praxedis Balboa, sus esbirros y exigieron la destitución del jefe de la policía al tiempo que iniciaban una marcha a la capital del Estado.
El gobernador empezó a sentir la presión. Cuando el contingente estudiantil pasaba por villa González hizo un llamado a la cordura y anunció que las demandas habían sido turnadas al consejo universitario y que estaban en vías de ser atendidas. Los estudiantes del Mante, los de la Normal de Tamatán, los de comercio y enfermería se adhirieron al movimiento, igual que los miembros de la Asociación Cívica Liberal Tamaulipeca, parte del personal docente, los padres de familia, la Barra de abogados y otros sectores de la sociedad.
La muerte de los alumnos de Derecho Federico Rocha Lerma y Enrique García Guevara en un aparente accidente carretero, además, recrudeció las protestas contra el gobierno. En el momento que los fallecidos descendían a la tumba, el Consejo Universitario elaboraba el anteproyecto de reforma de la Ley Orgánica de la Universidad que serviría de base a la autonomía.
Una semana después de iniciada la caminata, con la autonomía en la mano, el 5 de marzo los estudiantes llegaron triunfantes a la capital tamaulipeca. Sin embargo, como el acuerdo no incluía algunos de los puntos de pliego petitorio, los marchistas tomaron el Tribunal de Justicia, hasta que el jefe del ejecutivo estatal, temeroso de que las cosas se le salieran de control, dobló la manos. Ayer los sobrevivientes de la lucha recordaron el acontecimiento.
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