Ayer, Ciudad Victoria vivió el momento más importante en los casi seis meses que han transcurrido desde que se inició la actual administración municipal.
El acto protocolario es lo de menos en este caso. Lo de más es lo que tiene como objetivo.
Este miércoles 15 el Gobierno del Estado, con el apoyo del Ayuntamiento capitalino, anunció a través de la Secretaría de Seguridad Pública una nueva estrategia para combatir lo que se ha convertido en un azote generalizado: el dramático aumento en la incidencia del delito del fuero común, en donde los robos y asaltos son las “estrellas” negras.
No es esta acción conjunta sólo una respuesta a los reclamos de la sociedad victorense, sumergida en el temor cotidiano por lo antes mencionado y ávida de encontrar protección en ese terreno, sino también una señal de una suma de voluntades políticas que ojalá se repitiera en todos los municipios del Estado para mejorar no sólo la seguridad local, sino alcanzar un mayor desarrollo de la comunidad involucrada.
Para medir la importancia de este consenso entre órdenes de gobierno, basta lanzar una ojeada a lo que sucedió 24 años atrás en la misma capital tamaulipeca, en la primera ocasión en que los mandos del estado y del municipio descansaban en autoridades emergidas de fuerzas políticas antagónicas.
Eran los mismos partidos pero a diferencia de las circunstancias actuales, a la inversa. El gobierno estatal era príista con Manuel Cavazos Lerma y el municipal panista con Gustavo Cárdenas Gutiérrez. Hoy, Acción Nacional lleva las riendas de la Entidad y el tricolor las del municipio.
Todos conocemos la historia. “Gracias” a la confrontación cotidiana de ambas autoridades –los dos gobernantes fueron igualmente culpables del desencuentro– Victoria vivió tres años de postración y penurias que resulta inclusive doloroso recordarlos por los estragos sufridos.
Hoy los hechos marcan una diferencia abismal con ese pasado.
Queda claro que el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca y el alcalde Óscar Almaraz Smer han privilegiado una relación tersa y con metas comunes. La muestra de esa óptica se transparentó ayer y ojalá –es un buen deseo de todos los que vivimos en Victoria– se alcancen resultados positivos por lo menos a mediano plazo. La ciudad lo merece.
Y como expresé al principio, por el bien de Tamaulipas ojalá este modelo de cooperación sea exitosamente replicado en todo el territorio estatal. Los alcaldes tienen la palabra…
¿Tornillos flojos?
Algo no funciona bien en la cabeza de Andrés Manuel López Obrador. Por lo menos es la impresión que causa su proceder público.
Es una veleta humana. De la ferocidad pasa al amor, tras confrontar pide diálogo, tras amenazar ofrece perdones y tras llamar neofascista a Donald Trump anuncia que buscará entrevistarse con él para convencerlo de que el muro fronterizo no es una buena idea. Convencerlo, ojo, mediante el diálogo.
Aunque no sea santo de mi devoción, debo confesar que Andrés Manuel me parece una figura que merece respeto, aunque sólo sea por su obstinación en desde su punto de vista –eso dice él– defender al pueblo mexicano.
Pero de que desbarra, desbarra.
En primer lugar, no se quién diablos le metió en la mollera que él tiene la representación del país para intentar hablar con un presidente estadounidense quien con seguridad se sumará a muchos paisanos para tildarlo de loco.
En segundo lugar, si alguien no puede hablar de diálogo es López Obrador, cuando toda su trayectoria política ha sido un ejemplo negro de autoritarismo lindante en dictadura, en la aplicación de la nefasta frase de “quien no está de acuerdo conmigo está contra mi”.
A ver si no le quitan la visa también…
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