CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Ya casi es mediodía y por el rumbo del Mercado Argüelles se le ve caminar a paso firme, pero con cautela; casi siempre a tientas, pues a esa hora mucha gente todavía anda haciendo las compras para la comida y las banquetas están repletas.
A pesar de que no ve, tiene bien medidos los cordones de las banquetas, sabe cuando llega a la esquina y con el oído se guía para saber cuándo viene algún carro y cuándo debe cruzar para continuar su camino.
Así pasan los días para ‘Chal’ Ramírez, el músico que a sus 78 años de edad sale desde su casa en la colonia Mainero con el acordeón colgado al hombro en busca de unos pesos que le ayuden con el sustento diario.
“Qué más hago… hay que trabajar, es más fácil ser músico que agarrar el talache, se cansa uno menos”, dice mientras le da un trago grande al Escuis de manzana que pidió en la fonda de la esquina del 6 Morelos, donde comienza la plática.
Eleazar Ramírez nació en la ex hacienda La Gavia, en el municipio de San Carlos, allá cuando estaba por expirar la década de los 30s; “yo nací invidente”, confiesa, en lo que abruptamente interrumpe, “no nos tardemos mucho con la entrevista porque hay que seguir jalando”.
En su mente recrea con lucidez que a puras oídas aprendió a ser músico, “nadie me enseñó, yo nada más oyendo el radio, primero aprendí a tocar la guitarra y después el acordeón”.
Las primeras dos décadas de su vida que pasó en La Gavia, ‘Chal’ recuerda que casi no había bailes como ahora, “los grupos casi no iban, o yo no iba tanto a los bailes, me gustaba escuchar el radio, las canciones que más me gustaban eran de los Alegres y los Huracanes de Terán” y lo confirma pues su estilo en el acordeón y hasta su timbre de voz se asemejan a las de don Eugenio Ábrego.
Compositor y arreglista con más de 60 piezas creadas, la más famosa el corrido de Jacobo López que aún suena en la frecuencia de la HP, se llena de nostalgia al recordar que años atrás el trabajo abundaba, “pues había gente buena, cada vez es menos”, relata.
“Mucha gente ya ni se festeja, ya no ocupa músicos por la inseguridad y por lo mismo ya ni podemos meternos a las cantinas a tocar, no sabe uno qué gente vaya a andar ahí, está muy difícil”.
Otra de las canciones que grabó hace ya casi una década fue la de “Terrenal”, pero confiesa, “esa es de Fato, yo sólo le hice los arreglos en norteño, como quiera la gente la pide mucho gracias a Dios”.
‘Chal’ añora la época en la que con su grupo ‘Los Ideales’ recorrió todo Tamaulipas, desde la frontera hasta Tampico e incluso llegó a tocar en San Luis Potosí.
Su jornada empieza a eso de las diez de la mañana, cuando sale de su casa en el Seis Bulevar para cruzar el puente y llegar al centro, donde ya es amigo de los taqueros del sector que le dejan acercarse a deleitar a la clientela con alguna polka, redova, chotis, huapango o corrido, que con la melodía de su acordeón sirven para degustar los alimentos.
“Ya me vengo almorzado de mi casa, aquí como, me echo unos tacos o unas gorditas y ya después me regreso, sólo ando en el día un rato aquí, como hasta las dos de la tarde”, pero aunque sean sus amigos los puesteros del centro, nunca se va sin pagar, “claro, una cosa es la amistad y otra cosa es el trabajo, no me regalan la comida, yo tampoco regalo mi música”.
Aunque tiene dos hijos, del varón dice que vive “por ahí en un fraccionamiento” y es con su hija con la que comparte techo en la Mainero, al igual que con sobrinos y más familiares, que en total serán unos cinco o seis que viven juntos.
‘Chal’ se faja su camisa de seda roja con caballos estampados, da el último trago a la soda, se acomoda el acordeón y toca para la concurrencia la polka “Bailando en Camargo”.
Luego se despide con prisa pues hay que sacar unos pesos más y lo va a lograr tocando su música en los carretones de tacos, no ve, pero con su oído se apoya para saber cuándo cruzar la calle, es ‘Chal’ Ramírez de la Colonia Mainero.