Es necesario voltear a los primeros años de la gestión de Enrique Peña Nieto y recordar aquellas palabras en las que presumía a la nueva generación de gobernadores priistas, sus gobernadores, con los que se disponía a ’Mover a México’, para entender lo que ahora está pasando con la cacería que el sábado alcanzó a Javier Duarte en Guatemala.
Así es mis queridos boes, Peña Nieto ha lanzado una campaña a muerte (política al menos), en la que el blanco son quienes hasta hace unos años eran sus grandes amigos, el motivo de su orgullo tricolor; hoy convertidos en el enemigo a encarcelar, los que habrán de pagar las culpas de todo su régimen, los que tal vez le ayuden (eso cree) a no perder el Estado de México y Coahuila en junio y Los Pinos en el 2018.
Pero antes, leamos cómo los presumía: “Es un PRI que ha venido renovándose en su interior, donde hoy tiene una mayor presencia de las nuevas generaciones que son parte del partido y que me parece ocurre en otros partidos por igual… pongo nombres, los gobernadores de la mayoría de las entidades son jóvenes actores de la nueva generación política: el gobernador de Quintana Roo, Beto Borge; el gobernador de Veracruz, Javier Duarte; César Duarte, gobernador de Chihuahua; el gobernador de Campeche, todos son parte de una generación nueva que ha sido parte del proceso de renovación del partido (PRI)”.
Hoy esos tres que nombró son el rostro vivo de la corrupción en los estados: Duarte, el de Veracruz cayó el sábado, su tocayo de apellido ya moja las barbas
en Texas y Borge no debe dormir tranquilo.
Y claro, hay que decirlo como es, no es que Peña Nieto sea el paladín de la justicia, porque de ello hay muchos botones de muestra, el más grande su ‘Casa Blanca’, pero sí es un Presidente en serios apuros electorales.
Es esa emergencia electoral la que obligó a Peña Nieto a desconocer a sus amigos, aliados, tal vez cómplices de partido, porque ellos representan las cabezas de la corrupción que reclama el pueblo agraviado no sólo de Veracruz sino del país.
¿Y luego Yarrington y su detención no fue suficiente?, desde luego que no, tal vez surtió el efecto contrario, porque apenas un día después de que el ex gobernador había sido capturado en Florencia, Italia, se supo que en realidad el gobierno de Peña Nieto no tuvo nada que ver con la detención; es más que ni siquiera había solicitado la extradición, sino sólo informes.
Entonces, había que tomar decisiones de emergencia y la primera fue capturar a Duarte, el de Veracruz, al que evidentemente antes protegieron, al que le prestaron un helicóptero para que huyera, al que nada le hubiera pasado si el PRI no hubiese perdido en Veracruz.
Duarte y su caída sirven por ahora para empatar el tema de Yarrington, porque a este sí lo pedía el gobierno de Peña Nieto, porque sobre éste el PRI ya exigió todo el peso de la ley.
Sí, es un ‘pez gordo’, muy gordo, el que rompió todos los mitos de la corrupción, pero ¿de verdad será suficiente para legitimar la supuesta lucha contra la corrupción del régimen peñista?, ¿bastará un Duarte en prisión para que en el Edomex, Coahuila y Nayarit el PRI recupere el apoyo perdido rumbo a la elección y una eventual derrota lo deje en la antesala de la pérdida de Los Pinos en el 2018?.
Creo que Peña y los suyos saben que no es suficiente uno de sus amigos en la cárcel, por lo que la cacería va a continuar y tendrá que mostrar las cabezas de al menos el otro Duarte, la de Borges y si no es suficiente le sumarían la de Humberto Moreira, sobre los que el dedo índice de la vox populi está puesta.
En resumen: Peña Nieto se ha declarado en emergencia electoral, tiene que cortar las cabezas de los más corruptos y resulta ser que estos son sus amigos y también resulta ser que a él le importan poco las amistades.
También hay buenas…
Pese a los deseos de los enemigos del Estado, Tamaulipas puede declarar como todo un éxito la Semana Santa en cuestión de visitantes a sus centros vacacionales. Fueron 1 millón 700 mil turistas que estuvieron en las playas, las ciudades y los centros religiosos.
Con esto se demuestra que la gente tiene confianza en el gobierno de Francisco Javier García Cabeza de Vaca y en los de los alcaldes en las zonas turísticas.
En Miramar por ejemplo, ahí donde gobierna Andrés Zorrilla se contó a 764 mil paseantes, cifra muy superior, incluso con la inflada que les daban en la
gestión del PRI.
En Matamoros del alcalde del PRI Jesús De la Garza Díaz del Guante, el saldo es también a favor, porque la playa Bagdad estuvo abarrotada y una buena noticia es que regresaron los regios, como lo relató ampliamente EL NORTE. Según sus cifras el Viernes y Sábado Santo entraron a la playa 40 mil por jornada y ayer se contaron más de 20 mil.
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