Un picaresco concepto de la vida versa sobre la eterna dualidad del ser humano de ser un día borracho y otro día cantinero.
En una traducción popular, lo anterior significa que en algún momento a uno le corresponde defender una posición, una convicción o un puesto en la figura del borracho; pero en otra ocasión debe brincar la barra y convertirse en el cantinero intolerante con lo que ayer él mismo fue, para atacar sin piedad a lo que antes alabó y de lo que también se sirvió. Algunos, con la cuchara grande.
No acostumbro abordar temas tratados por otros trabajadores de medios de comunicación. No sólo respeto sus opiniones sino también defiendo, en seguimiento del pensamiento de Voltaire, de que todos tienen derecho a decir y en este caso escribir lo que piensan.
Pero como todo en la vida, aparece una excepción. Ayer leí un tema escrito por el periodista Ciro Gómez Leyva, en donde hace picadillo a todas las generaciones del poder priísta, incluyendo a presidentes y gobernadores
Es ese trabajo una verdad monumental, pero también un himno a la obviedad. En un aparente análisis culpa al PRI de todos los males del país durante la hegemonía tricolor, cuando la sencilla razón es que la alternancia apareció apenas en este siglo –¡Pues no había otros caray! – y presume de experto político cuando no descubre el hilo negro. Hasta cadenas arma ahora en redes sociales.
Claro que ha habido y hay políticos corruptos, algunos brutales, pero llama la atención que unos pocos años atrás el señor Gómez Leyva ensalzaba a los mismos que ahora increpa, porque aún saboreaba las mieles del presupuesto oficial –priísta por cierto– y hasta ahora, curiosamente se da cuenta de que todo fue podredumbre en esos regímenes, olvidando que él trae polvo de aquellos lodos en los zapatos.
Al concluir una luna de miel de décadas pasó, recapitulando en la frase inicial, de borracho a cantinero. Ahora, en el proceso de extinción de un imperio él y otros comunicadores “de linaje” son jueces implacables cuando antes medraron en las cajas fuertes priistas y amasaron una fortuna que los coloca, en su posición económica, muy por encima de la mayoría de los mexicanos.
Me recuerdan al periodista, maestro de la pluma, Daniel Ulloa, cuando decía que para tener lengua larga hay que tener cola corta.
Ciertamente todos los ahora cantineros vociferantes dicen la verdad cuando señalan a tanto saqueador e incompetente, pero es una verdad que no necesitamos que nos la recalquen porque ya la conocemos y peor aún, la padecemos, a diferencia de ellos que están cómodamente instalados en la opulencia que les dejaron en forma generosa, las sucesivas generaciones del poder postrevolucionario.
¿De qué presumen ahora?… ¿De dónde salió esa moral desfasada?
Así, una vieja lección resuena con vigor: La lealtad dura hasta que el presupuesto acaba…
Respuesta en la crisis
Decía el escritor alemán Goethe que el talento se hace evidente en la calma, pero el carácter se demuestra en las tempestades.
Este parece ser el escenario de Reynosa, en donde el Ayuntamiento que preside Maki Ortiz acaba de anunciar, en medio de una severa crisis económica que afecta al país y desde luego al Estado, una inversión superior a los 80 millones de pesos en pavimentaciones, obras hidráulicas y educativas.
Se dice rápido, pero lo anterior esconde largos días de gestiones y de horas y horas de espera en las antesalas de autoridades federales. Por eso, el reconocimiento a un trabajo que no se ve, pero que se advierte. Quedan problemas y muchos, por resolver, pero queda claro que ante eso la alcaldesa no se cruza de brazos.
Ojalá que se cumpla en beneficio de esa localidad el buen deseo de una residente de la colonia 20 de Noviembre: “Maki cambiará el rostro de Reynosa”…
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