* El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016.
El sistema está herido de muerte, por ello sus protagonistas deambulan como zombis en busca de una rendija que los salve de la destrucción total. Sea que con honrosas excepciones, los políticos y sus partidos se aferran a lo imposible, es decir, al rescate de la credibilidad en un escenario contaminado por las mentiras y los excesos del poder.
“Si no fuera trágico parecería cómico”, diría el clásico y hay razón cuando funcionarios de todos los niveles se asoman a los medio de comunicación tan solo para decir barbaridades en torno de una realidad de la que ya no forman parte porque trascendieron a la fantasía que les permite echar a volar la imaginación sin más límite que sus escrúpulos, cuando los tienen, cuando no, psss no.
Ni como negar que en estos momentos y por los motivos que sabemos, México es tal vez el país más desprestigiado del mundo-mundial y ello se traduce en peores condiciones de sobrevivencia para la población mexica confundida y en permanente zozobra.
Herido de muerte insisto, cuando el sistema apostó todo a la corrupción e impunidad enviando al canal del desagüe la historia y sus tradiciones. Fue entonces que las instituciones sucumbieron ante el capricho y la voracidad de generaciones valoradas por su capacidad delincuencial. Mentes perversas que convirtieron a la república en la “caja grande” de sus ambiciones.
Ahora mismo y pese a los desplantes publicitarios está claro que los verdugos del sistema son sus propias criaturas. Son las mismas que imponen condiciones arrastrando a México y a los mexicanos por un camino sin retorno.
Asegurar que se actúa contra la corrupción oficial es mentir una vez más porque acaso apenas se muestren dos o tres ejemplares de la manada salvaje que destruye incluso, la moral de un noble pueblo como el mexica. Y esto no es garantía de que la nación cambie, ni siquiera bajo otras perspectivas de esperanza, al menos no en el corto plazo.
Por otra parte, creer en la propaganda gubernamental en sentido de que el país está listo para enfrentar el futuro, es caer de nuevo en la ingenuidad bien aprovechada por los estrategas de la impunidad siempre dispuestos a comerciar con el miedo y la tolerancia colectiva. Y es que ni siquiera podemos con la realidad presente como para transitar por la fantasía.
De manera que el sistema como está concebido no tiene salvación. Por lo tanto hay la necesidad de crear otro que responda a las expectativas de los 120 millones de nacionales atascados en las arenas movedizas de la mentira y la simulación.
Sin embargo no sabemos si habrá tiempo para implementar otro proyecto de nación cuando el mundo se encuentra convulsionado por los sonidos de tambores de guerra emitidos por otros que sí toman en serio su locura.
Por otra parte, si el colectivo nacional está integrado por cuatro generaciones, el escribidor no exagera al suponer que tres de ellas son víctimas directas de la descomposición del poder.
Y ni modo que sea invento.
Incierto retorno
Concluyeron las vacaciones y se reactivaron los rumores sobre probables cambios en el medio oficial. Se insiste sobre dos de primera línea cuando menos. Es normal cuando parece que no termina de acomodarse la administración estatal, sin embargo eso no es lo importante sino el shock en que seguimos viviendo los
tamaulipecos, entre otras razones debido a la inseguridad.
Es una pesadilla que afecta la existencia personal y colectiva desde hace varios años cuyas explicaciones no convencen a una sociedad arrinconada por el temor y la incertidumbre.
Al respecto han sucedido muchas cosas y seguro otras han de suceder, pero lo cierto es que algo más de cuatro millones de tamaulipecos permanecemos cautivos de esta circunstancia. Y lo más grave es que no sabemos hasta cuando, si es que alguna vez nos liberamos.
Usted dirá que también hay que renovar la confianza y es verdad pero no está por demás recordar de vez en cuando, tanto “el ave María” como “el padre nuestro”, digo yo.
Sucede que
¿Cuánto gastará el supremo gobierno en la campaña contra López Obrador al patrocinar escándalos a gran costo en los medios de comunicación más importantes y en la compra de “analistas de prestigio”?. Lo bueno es que la sociedad civil ya está curada de espanto y sabe “por qué lado masca la iguana”.
Hasta la próxima.