“Decía Fernando Barbosa y le decía a Tranquilino / mira lo que le ha pasado al pobre de tu padrino”.
Y es que había ascendido a General, o sea, se había zurrado en los pantalones que ni la purga de “Saldiguera” podía contener.
Doña Juanita, su mamá que vivió 105 años tuvo que hacerle medio litro de te de hojas que gustaba para contener el desastre.
Tranquilino y Fernando, hermanos, vivían en el Rincón del Diablo.
La famosa ribera del río San Marcos, en los tiempos que el viejo río llevaba agua.
El Rincón del Diablo era un vergel.
Los árboles se enlazaban y sus frondas acariciaban al Sol.
Como El Vergel, aledaño, el río era un remero de belleza del verde de las cotorras y el trino de los pajares.
El Rincón del Diablo estaba situado en la calle final del 18 y 19 río. Era un vértice de agua donde nuestras mamás lavaban la ropa los fines de semana. Era peculiar ver ese encuentro de familias de los barrios del 18 y 19, entremezclados en un ambiente de juegos, chismes y alegría..
Nuestras madres, gente modesta, aprovechaban las frescas aguas del San Marcos para convivir, y lavar la ropa de casa. Tengo los más hermosos recuerdos del río San Marcos, la zona de la poza donde nadamos y pescamos las “pachecas”, esos peces gordos que atrapamos con “fisgas”,
“Ascendió a General”, cagarse en los calzones. Eso le pasó a Los Barbosa: Fernando, Tomás y Tranquilino.