Querer a la vida es querer a nuestros maestros. Es la vitalidad de la memoria y el reconocimiento a la extraordinaria labor de estas dos lindas personas que se enamoraron de la docencia con una entrega total. He tenido grandes maestros, personajes de la vida intelectual de mi estado y de Mexico.
Pero la huella primera de “Las Rosas de mi Infancia” son las maestras de las primeras letras: Amira Teran Montelongo y Estanislada Lopez Anaya (Lala). Estas dos mentoras rebasan los 90 años y en sus preciada existencia han recibido los parabienes de sus alumnos que como yo sentimos un profundo respeto por su calidad humana y su vocación .
Ha pesar de sus virtudes como formadoras de gente de bien y la belleza de su estela educadora ambas profesoras no han recibido el reconocimiento de las autoridades educativas.
Hemos visto desfilar nombres de profesores con méritos en la”grilla” de la política sindical cuyos nombres Figuran en escuelas primarias y secundarias sin mayor aportación que medrar con la educación.
Amira Teran y Lalita son dos mujeres tamaulipecas de raigambre, de generosidad en la enseñanza remarcada en mas de 60 años de docencia y que en nuestros días a sus 96 años son veta de lucidez y bondad.
Hoy Maestras reciban el homenaje de quienes como yo, sintieron a edad temprana los argumentos de una vocación a las letras y al arte.
Son con Andres Perez Esquivel y La maestra Velia Bueno, que ya no están. Quienes blandieron la cálida vara del respeto y amor a la vida, en la memorable Escuela Primaria Epigmenio Garcia.