Hoy inicia desde las ocho de la mañana una de las contiendas electorales más cerradas de esta década. El Estado de México, el más poblado del país después del extinto Distrito Federal, será el campo de batalla entre el PRI y Morena. Una batalla en las urnas que dará una proyección de la fortaleza que tiene cada partido político.
El resultado de esta elección definirá de manera inmediata el panorama para 2018. La continuidad del PRI en el poder o que Morena y las huestes de Andrés Manuel López Obrador acaben con 90 años de hegemonía tricolor en el estado bastión del aún todopoderoso Grupo Atlacomulco.
La feroz campaña mediática que en un inicio emprendió el PRI en contra de la entonces precandidata panista, Josefina Vázquez Mota, terminó para los tricolores como un tiro por la culata.
El PAN cayó en las preferencias del voto hasta llegar a la cuarta posición, a pesar de mostrar una ligera recuperación en las últimas dos semanas.
Sin embargo, el voto que desde Los Pinos creyeron recuperar al debilitar al panismo terminó por favorecer a la maestra morenista Delfina Gómez quien actualmente se mantiene en un empate técnico con el priista Alfredo del Mazo, pariente del presidente Enrique Peña Nieto.
En casi todas las encuestas que se han publicado en los medios, la ventaja entre ambos candidatos es de tres puntos. Lo que significa que la moneda está en el aire y cualquiera de los dos puede ser el ganador.
Pero en el PRI, cualquiera sea el resultado de esta noche, se percibe el sabor de la derrota desde hace días y como se ha retratado en otros espacios de opinión, los ánimos desde la Presidencia de la República se encuentran al rojo vivo.
La victoria pírrica de Alfredo del Mazo dejaría a un priismo mexiquense diezmado y obligado a repartir las cuotas de poder con la oposición para poder así gobernar.
De ganar la maestra Delfina Gómez, aceleraría el ocaso de Grupo Atlacomulco como mecenas y formador de cuadros políticos dentro del priismo nacional, y además fortalecería la dinámica que impulsa a Morena como partido para continuar en su imparable proceso de crecimiento.
En una encuesta realizada de manera periódica por la empresa Masive Caller, los resultados finales le dieron una ventaja de 1.8 puntos al PRI frente a Morena. Josefina Vázquez Mota, finalizó la contienda con un tenue ascenso, pero con una distancia de más de 9 puntos del primer lugar.
Pero hay datos altamente reveladores: En la intención del voto, si los votantes del PAN y el PRD tuvieran la noción de que sus candidatos tienen perdida la elección, cerca del 40 por ciento optaría más votar por Morena que por el tricolor.
El resultado es demoledor ante un PRI que solía captar ese tipo de voto y muestra que al menos en la mayoría de los escenarios, el electorado ya está harto de tener un gobierno priísta y desean votar por cualquier otro partido.
Y lo peor para el priismo mexiquense radica en el voto en contra. El 52 por ciento de los indecisos, un poco más de la mitad, aseguró que no le daría su voto al PRI, y el 27 por ciento no se lo daría al PAN.
El PRD y Morena se reparten poco menos del 80 por ciento del voto indeciso, lo que indica una contundente victoria de Morena si el electorado sale a votar hoy. Y a pesar de que el PRI conserva el voto duro que trabajarán sus operadores políticos, de nada servirá si la ciudadanía acude en masa a las urnas.
En el caso de Nayarit y Coahuila, el PAN es señalado por encuestas y sondeos como el posible ganador. En el bastión de los hermanos Moreira, el panista Guillermo Anaya llega a las urnas con una ventaja de seis puntos frente al priista Miguel Ángel Riquelme. El partido de López Obrador obtendría un 15 por ciento del voto que lo proyectaría como la tercera fuerza en el estado norteño.
En la tierra de Layín, el que roba pero poquito, el PAN tiene una clara ventaja de 16 puntos frente al PRI y aunque el ex alcalde San Blas y candidato independiente ha dado mucho de que hablar en los medios, no le sirve de nada mantener una preferencia similar a la de Morena.
Las elecciones locales de Veracruz vaticinan el triunfo de Miguel Ángel Yunes gracias a su implacable ofensiva para refundir en la cárcel a su predecesor Javier Duarte, por corrupción y peculado, entre otras lindezas.
Independientemente del resultado de la elección, queda claro lo débil que es nuestro sistema electoral y la necesidad de contar com un órgano más independiente del poder, con mayor participación ciudadana y que en realidad fiscalice el gasto de cada peso que ejercen los partidos.
Además destaca la intervención descarada directa que tuvieron el gobierno local de Eruviel Ávila y del gobierno federal, al incrementar de manera repentina las participaciones federales en la entidad e intensificarse el activismo de los miembros del gabinete que dirige Peña Nieto.
El priismo conocido hasta hace una década por su dominio implacable, se derrumba, se desmorona y quedará en evidencia la urgente necesidad de reinventarse y revisar no solamemte sus documentos sino su militancia para desprenderse de todo lo que huele mal y tiene hartos a los mexicanos.
Porque los escándalos de corrupción, colusión con el crimen organizado y la impunidad con la que operan u operaron muchos de sus militantes en el poder, dejaron a una sociedad lastimada, en crisis que le dará el voto de castigo al votar por cualquier figura, menos por ellos.
Y sobre todo da una lección a la mayoría de los partidos políticos: la perpetuidad de figuras políticas en el poder tiene una fecha de caducidad y el no dar la oportunidad a nuevas caras o a grupos distintos, el desgaste termina en una catástrofe electoral que al menos en la elección de 2015 y posiblemente en la de hoy son más que evidentes.
El próximo año será en definitiva, la madre de todas las batallas.
El sigiloso delegado
Es un priista reconocido por todos los grupos políticos de la entidad, es respetado y sus adversarios son pocos o nulos. En política pareciera que su
arma es también su debilidad: el poder de su discreción.
Tiene la habilidad de entablar amistades y tejer alianzas en los oscurito, de tener una buena relación con todas las figuras del priismo tamaulipeco (los decentes y los no tanto) y con personajes del presente y del pasado.
Y es un grupo de priistas que gobernaron en el pasado inmediato los que impulsan su llegada al PRI estatal, lo presentan como la carta fuerte con la suficiente capacidad de lograr la conciliación en un partido fracturado y pobre, muy pobre.
Y si usted estimado lector aún no tiene idea de quién puede ser, después de este proceso electoral a nivel federal verá un aumento en sus actividades a lo largo de todo el estado.
Por lo pronto, aunque él cree que calladito se ve más bonito ya se trasluce la maniobra para alinearlo detrás de Aída Zulema.
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