Como muchos otros priistas a los que los triunfos oficiales en las gubernaturas de los Estados de México y Coahuila les han elevado el ánimo, el ex diputado Ramiro Ramos Salinas se resiste a pasar a la historia como un político sexenal, que nació, creció y terminó su carrera de servidor público en la gestión del gobernador Egidio Torre Cantú, su protector y amigo.
Se niega a correr la suerte de otro político tamaulipeco de sexenio, Ricardo Gamundi Rosas, cuya vida política se redujo a los años del régimen de Eugenio Hernández Flores, actualmente en desgracia.
El primer cargo de importancia que ocupó Ramiro, en el 2011, cuando apenas concluía el primer año del gobierno de ETC, fue el de Subsecretario del Transporte Público en el que duró sólo un año, luego, en el 2012-2013, gracias a su cercanía con el mandatario estatal, fue ungido dirigente del PRI, Presidente del Congreso y coordinador de la bancada tricolor, en el 2014 lo designaron Presidente de la Conferencia Nacional de Legisladores Locales Priistas y más tarde de la COPECOL, Conferencia Permanente de Diputados Locales, esto en mayo del 2016
Desde luego que no todo fue obra ni de las influencias políticas de Egidio.
Las relaciones políticas que el profesionista nativo de Nuevo Laredo entablo cuando estaba al frente de las organizaciones legislativas así como al cúmulo de elogios que un día echó al Enrique Ochoa Reza, que tuvieron un efecto determinante, ya que eso bastó para que el ex director de la CFE lo incorporara a su equipo de trabajo del CEN, asignándole la cartera Subsecretario de Planeación Política, en la que ahora se desempeña y que le servirá de trampolín, bien para volver a la dirigencia estatal del partido o en su defecto, que es lo más probable, para disputar una candidatura de senador el año que viene.
Recientemente el subsecretario priista declaró que confía en que su nombre aparecerá en las boletas de candidatos del año que viene, no se sabe si para disputar un escaño de mayoría o de representación proporcional, vía esta última con la que logró la diputación local, que es su fuerte, porque no se le ha visto pelear en la calle las simpatías electorales para llegar a un puesto de elección popular.
Pero ¿por qué Egidio no lo impuso de candidato a alcalde de Nuevo Laredo, su estado natal, en el proceso del 2016?
A ciencia cierta no se sabe, unos dicen que para evitarle la pena de la derrota, otros que a causa de la impopularidad o carga negativa que afectaba al político en la sociedad nuevolaredense, resultado del cargo de dirigente estudiantil de la Facultad de Comercio, Administración y Ciencias Sociales de la UAT que desempeñó en los periodos comprendidos entre 1985 y 1991 y 1993 y 1995, los años negros del porrismo universitario.
Mientras se sabe cómo le va a las aspiraciones de Ramos Salinas, el temor que tienen los jerarcas estatales del priismo es que si en la elección del próximo presidente sustituto y los de los comités directivos municipales no se toma en cuenta el parecer de las bases partidistas, muchos militantes optarían por emigrar a MORENA, como ha estado sucediendo en fechas recientes, o cobrarse la factura favoreciendo con el sufragio a los candidatos morenistas.
Un riesgo al que echarían mano no únicamente para protestar contra la práctica de la imposición y el dedazo sino al que miles de priistas recurrirían para impedir los triunfos del PAN, sobre todo en aquellos municipios y distritos electorales en los que el ex invencible crezca de capacidad para derrotar a los abanderados de Acción Nacional.
La elevada votación que la candidata de AMLO a la gubernatura mexiquense, Delfina Gómez Álvarez, que puso a temblar a la poderosa maquinaria del PRI y a todas sus marrullerías y trampas electorales, demostró que el partido de Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en una alternativa viable para acceder a los cargos de elección ciudadana y créanlo, en Tamaulipas tiene y va a tener muchos más miles de adeptos y simpatizantes el año que viene.
Los mismos perredistas a los que no les cuadra una eventual alianza del PRD con el partido blanquiazul, preferirían mil veces votar por otro partido de izquierda que apoyar a uno que es ideológicamente incompatible con el Partido de la Revolución Democrática, como es el de los panistas.
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