CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La falta de empleo, las ganas de salir adelante y el deseo de darle una mejor vida a su pequeña hija de cinco años, orillaron a José Ramón a ir en busca del sueño americano, pero como suele suceder, éste se convirtió en pesadilla.
Hace casi una semana salió de su casa en Escuintla, Guatemala, donde vendió todo, hasta el terreno donde tenía una vivienda sencilla para poder pagarle a un pollero la cantidad de 60 mil quetzales, cerca de 147 mil pesos, para que lo llevará a él junto con su esposa y su hija hasta Houston.
“Pues salimos y todo iba bien, yo allá en Estados Unidos tengo un primo que ya tiene como diez años que se fue de Guatemala, con el íbamos a llegar, pero el pollero de repente nos dijo ‘bájense que ahí está la policía, si puedo regreso’, pero ya no volvió, nos dejó en un monte por la carretera cerca de esta ciudad”, dice afligido el centroamericano que muestra una identificación oficial que certifica ser guatemalteco, nacido el 28 de marzo de 1980 y de nombre José Ramón Monterroso Castañeda.
El día que eso pasó, caminó hasta llegar a una casa donde pidieron un vaso con agua, “la señora nos regaló agua, le empezamos a platicar y es la que nos da hospedaje, ahí nos deja quedarnos en un pasillo de su casa y le pagamos ayudándole a los quehaceres”, explica.
Asegura que en la camioneta viajaban otras 12 personas, según recuerda, “no se para donde se fueron, cada quien agarró por su lado”; José Ramón dice no conocerlos, pues inclusive algunos de los indocumentados eran salvadoreños y nicaragüenses.
Mientras pide ayuda económica en el estacionamiento de un centro comercial, al guatemalteco se le cuestiona si regresará a su país, y aunque titubea al responder, contesta que prefiere seguir su camino a Estados Unidos.
“Es que en Guatemala está difícil, aparte vendí mi casa, prefiero comunicarme con mi primo para ver si nos puede todavía recibir, hace una semana nos esperaba y ahorita no traigo ni para comprar una tarjeta de teléfono y poder hablarle”, confiesa.
Aunque ya le recomendaron acudir al DIF estatal para recibir apoyo o con alguna autoridad migratoria, prefiere no acudir por temor a que lo deporten, pues insiste que quiere cristalizar el sueño americano que lo hizo salir de Guatemala para poder darle una mejor vida a su familia.