Tal vez usted no ha oído hablar de él o quizás conozca sólo un poco del mismo. Si es así, tiene justificación.
Se trata de Pedro Luis Coronado Ayarzagoitia, diputado federal de formación priísta por el Distrito con sede en Matamoros, quien acaba de presentar el miércoles pasado en esa ciudad un informe de sus actividades como miembro de la Cámara Baja en el Congreso de la Unión. Los medios locales y algunos más de otras localidades en el Estado dieron ayer difusiuón al evento.
¿Cuál es el motivo para citarlo en este espacio?
Dentro de su color gris, Pedro Luis se convirtió ese día en el reflejo más claro del trabajo de los diputados federales, incluidos desde luego los tamaulipecos:
Nada, cero.
Espero no fastidiar a mis tres lectores, pero no resisto citar un párrafo de lo expuesto por el legislador como testimonio de su “prolífica” labor. Es una joya:
“He asumido el carácter de diputado federal sabiendo que el deber de todo hombre público se sustenta en un actuar ético, moral y honesto, en su congruencia y en formarse una visión de futuro que nos permita perseguir con tenacidad, pasión y compromiso, el sueño de construir paso a paso una ciudad con mejor calidad de vida para sus residentes”.
Demagogia, demagogia, demagogia.
Ninguna iniciativa propia presentada, ninguna obra gestionada, ningún beneficio concreto logrado por él directamente para su distrito. Todo en el profuso montón de los acuerdos generales. Nada.
No tendría mayor importancia lo señalado por Coronado si sólo fuera su caso la muestra de inutilidad en la tarea legislativa. La gravedad de las
circunstancias descritas radica en que esa ineficiencia se ha convertido en etiqueta de prácticamente todos sus compañeros de curul, sin importar el partido que los cobije. Recorra usted si tiene tiempo los informes en los distritos tamaulipecos y confirmará que el discurso es prácticamente el mismo, ampuloso, casi mesiánico, saturado de lugares comunes, pero sin sustancia, sin algo que en los hechos cale positivamente en la sociedad.
Disculpen la imala sangre, pero da grima asomarse al trabajo público de esos hombres y mujeres y constatar que lo único bueno que manejan son sus sueldos y prestaciones, de lo cual obviamente no dan cuenta. Y aún así esperan el aplauso y reconocimientos de los votantes.
No se dan excepciones en los demás colores o siglas. La producción legislativa de la Cámara de Diputados se ha convertido en una fábrica de supuestos beneficios para la colectividad pero sus integrantes se han olvidado de la aportación directa a las comunidades a las que pertenecen y representan. En este caso es Matamoros, pero da lo mismo en Nuevo Laredo, Reynosa, Río Bravo, San Fernando, Victoria, Mante o Tampico y Madero.
En todo el Estado.
¿Dónde están los resultados tangibles de su encomienda para quienes votaron por ellos en sus terruños, para sus vecinos, para sus paisanos, que esperan escuchar en esos informes y recibir en sus hogares?
Uff. No existen.
Hoy amanecí intolerante. Ofrezco una disculpa por eso…
Reacción
La reacción se dio apenas hasta ayer. Y ni siquiera de su alta jerarquía.
Guadalupe González Galván, ex presidente municipal en Madero, ex Subprocuradir y ex ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional, dio una declaración a título partidista sobre quienes han abandonado en días cercanos las filas del tricolor en la entidad.
“Son traidores”, dijo para resumir su postura.
Es lamentable no que lo haya hecho González Galván, sino que haya tenido que subirse al ring una figura ya sin autoridad formal en ese instituto, en lugar de la dirigencia estatal o nacional para defender el escaso honor que les resta.
Sigue el PRI tamaulipeco dando traspiés sin rumbo. Lo peor es que parece epidemia, porque todo el Estado anda en las mismas condiciones…
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