Ni modo de decirles que no tienen razón.
De acuerdo a una encuesta del INEGI, los reynosenses son en estos momentos los tamaulipecos que sufren más miedo en el Estado. Y vaya a usted a saber de cuántas entidades más.
Las cifras de esa querida ciudad dejan atrás el terreno de lo inquietante y se ubican en una pesadilla, pero con una diferencia: es real.
De acuerdo al Instituto mencionado y publicado en Expreso, en Reynosa 9 de cada 10 habitantes perciben vivir en una ciudad insegura, no confían en las policías estatales, se sienten inseguros hasta dentro de su casa y más aún en las calles, en el transporte público, en el mercado, la carretera, el banco y especialmente cuando realiza operaciones en un cajero automático.
Y si usted piensa que lo anterior es ya un drama, falta un dato más grave: un 73 por ciento de sus habitantes –oficialmente alrededor de 306 mil personas pero en realidad deben ser muchos más– dicen haber sido testigos o escuchado disparos de arma de fuego. Para decirlo en una frase, los reynosenses –y junto con ellos otro millón de tamaulipecos– viven en estado de shock.
Son circunstancias lamentables y dolorosas que aunque no deseo ser pesimista, no parecen tener un final cercano o por lo menos esperar una reducción de esa violencia mortal. No con lo que hasta ahora se ha visto.
El cuadro de esa comunidad lo confirma otro organismo: el Observatorio Nacional Ciudadano, que acaba de hacer públicas las estadísticas de mayo de este año, en un comparativo de esa localidad con su propio Estado y con el resto del país. La medición es sobre la incidencia delictiva por cada cien mil personas.
Van los números principales.
En la comparación nacional, en homicidio doloso Reynosa registra un 4.26 por ciento frente a un 1.77 en todo México. En secuestro, asienta un 0.57 frente al 0.08 en el país. El robo con violencia quita el sueño: 33.92 por ciento ante el 15.52 en la República, en tanto en el robo de vehículos el informe consigna un 12.67 nacional, muy abajo del 31.79 de esa frontera. No tiene caso citar más cifras y si acaso valdría como débil consuelo el que en extorsiones está a la par nacional y en robo a casa habitación se ubica por debajo de la media nacional.
En el comparativo estatal, sólo le daré un dato para no enfermarle más: en homicidio doloso, el delito que más duele, Reynosa tiene un 4.26 de incidencia frente a un 1.98 en todo Tamaulipas.
¿Qué le falta a Reynosa para declararse como una sucursal del infierno?
Socavones
En la reciclada historia de los socavones en las calles urbanas, Tamaulipas no canta malas rancheras.
Hace menos de un año en Madero se sufrió un estado de sicosis por una serie de hundimientos en varias de sus arterias, que pusieron al descubierto algunos negocios manejados en ese entonces por el sindicato petrolero.
Y Victoria no ha sido inmune a esas circunstancias. Casi nadie lo recuerda, pero en la administración municipal de Eugenio Hernández la buena fortuna evitó en la única “joroba” que tiene la capital, lo que pudo haber sido una terrible tragedia si el incidente hubiera sucedido después de su entrega.
Un largo tramo de varios metros se desplomó cuando estaba a punto de terminarse la obra y dejó un hoyanco enorme en uno de los carriles. Se culpó a CEMEX, se reparó y todos felices.
¿Imagina lo que pudo haber sucedido si el derrumbe se hubiera registrado en plena operación de esa “joroba”?
Mejor ni pensarlo. No sucedió, pero nadie puede asegurar que no sucederá…
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